jueves, 4 de julio de 2013

RESEÑA DE SUPERBOY #21

SUPERBOY #21 (Agosto 2013)

Guión: Justin Jordan
Dibujo: R.B. Silva/Edgar Salazar
Reseña de Antonio Monfort Gasulla

RESUMEN

En el ártico, Krypto abandona sus trifulcas con los osos polares para dirigirse raudo hasta el apartamento de Superboy, donde el Joven de Acero contempla el rastreo que el Doctor Psycho lleva a cabo para detectar la actividad telekinética que podría ser de interés para la organización HIVE. Encontrarles podría significar adquirir el poder psíquico suficiente como para desbloquear algunos recuerdos de Superboy, lo que parece ser motivación suficiente para que el clon ayude al pequeño personaje en sus pesquisas. En un viaje fuera de su cuerpo, Psycho localiza a Sarah, una joven fugitiva de HIVE que resulta estar acosada por Decay, una monstruosa criatura capaz de atacar al mentalista incluso en su cuerpo astral.

Afortunadamente, Superboy despierta a su amigo antes de que sufra daños y junto con Krypto van a buscar a Sarah. Cuando la encuentran, ésta les pide protección ya que bajo ningún concepto va a volver a estar bajo la tutela de HIVE. Mientras ella les cuenta su historia (y compensa su hambre atrasada), Decay aparece de la nada y empieza una batalla con Superboy para proteger a la chica. 


Sin embargo, Psycho enseguida detecta que algo va mal y pronto se descubre que en realidad Decay no es sino una manifestación de la psique de la propia Sarah. La joven parece incapaz de controlar a la criatura y finalmente Superboy consigue dejarla inconsciente a base de detener momentáneamente el flujo sanguíneo a su cerebro con su telekinesis. Mientras los paramédicos se llevan a Sarah inconsciente e imbuida en un sueño feliz por Psycho, éste y Superboy se prometen que impedirán a HIVE volver a hacer daño, y que además tienen bastante claro cuál va a ser su próximo movimiento.


CRÍTICA

Para lo que suele traernos esta serie, no es este un número desagradable. Bien es cierto que a estas alturas ya no podemos pararnos a pensar si nos importa lo más mínimo alguno de los personajes o sus tramas, o si este argumento extraño y lleno de inconsistencias se entiende. Sí desconectamos el cerebro y el sentido crítico, este capítulo es de los que mejor se han dejado leer últimamente, y aunque la trama general avanza poco o nada, nos implica algo más en la lucha de Superboy y Psycho contra HIVE que parece haberse convertido en el motor principal de las tramas de este Justin Jordan, que parece que algo tiene que contar, aunque sea poco. Una pena que el personaje de Sarah sea episódico (al menos eso parece) ya que su historia y su encaje en el entorno de personajes marginales que rodea a este Superboy podía ser muy interesante. Veremos qué ocurre en futuras entregas.

En el apartado gráfico, hoy solo tenemos a dos dibujantes y dos entintadores, una nadería para una serie como esta que ha llegado a tener hasta cuatro en el mismo número. Ambos se defienden, especialmente R.B Silva cuyo estilo gráfico ya se identifica con esta colección a pesar de sus idas y venidas. Quizá no sea el mejor narrador del mundo, pero consigue que el dibujo sea el menor de los problemas de esta colección, incluso podríamos llegar a pensar que con mejores guiones, podríamos llegar a ver algo de bastante calidad por su parte. Edgar Salazar también está correcto en las páginas que le tocan, pero parece que su estilo no acaba de sintonizar demasiado bien con la trama. Por momentos parece querer imitar a Silva y en otros atisbamos un estilo muy distinto, que apunta buenas maneras pero que aquí no puede desarrollar del todo.

En definitiva, otro número de la colección más “freak” y surrealista de la familia Superman, que inexplicablemente parece escapar de la cancelación y a veces, solo a veces, nos da la impresión que con el guionista adecuado (¿Jordan?) y algo de libertad creativa podría llegar a convertirse en lo que algunos llaman una serie “de culto”; es decir, una de esas que no lee casi nadie pero que no está mal del todo.

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