RESEÑA DE SUPERMAN #22

SUPERMAN #22 (Septiembre 2013)

Guión: Scott Lobdell

Dibujo: Eddy Barrows, Daniel HDR, Gerardo Borges

Reseña de Antonio Monfort Gasulla

RESUMEN

La aparición de Hector Hammond en las instalaciones de H.I.V.E no sigue ni mucho menos los planes de la reina de la colmena, cuyo poder se ve rápidamente superado por el del villano. Ahora es el antiguo enemigo de Green Lantern quien controla las instalaciones de la organización.

Por otra parte, Superman reflexiona preocupado acerca de los últimos acontecimientos que sugieren que algún enemigo le está atacando psíquicamente, un tipo de ataque ante el cual se siente indefenso e impotente.

Inmerso en estas cavilaciones, acaba encontrando a Cat Grant, quien ha invertido todo cuanto tenía en la web de noticias que ha abierto junto a Clark. Éste le confiesa que está investigando la existencia real del grupo conocido como "Los Veinte", lo que entusiasma a la reportera que cree que es la clase de artículo que podría hacer despegar a su página. Superman también acude a ver a Jimmy Olsen, quien vive a todo tren a base de dilapidar la fortuna de sus padres desaparecidos.

Mientras, en la base de H.I.V.E la reina de la colmena consigue despistar a Hammond con un ataque psíquico el tiempo suficiente como para escapar. Casi de inmediato organiza un ataque sobre Metrópolis con tecnología que a Superman le recuerda a la de Brainiac, sin embargo, cuando el Hombre de Acero se dirige a combatirlo, es derribado por un fulminante ataque mental. La reina de H.I.V.E se alza victoriosa y proclama ser uno de Los Veinte que están preparando el regreso a la Tierra de su “padre”, nada menos que el mismísimo Brainiac. Algo ante lo que Hector Hammond también tendrá mucho que decir.

CRÍTICA

Confieso que pese a sus lamentables antecedentes en Marvel y ya no digamos en Superboy, tenía esperanzas de que Scott Lobdell fuera capaz de traer coherencia y argumentos sólidos a este título. Estaba equivocado. Pese a algunos indicios interesantes en anteriores entregas, aquí ya es obvio que lo que ha traído Lobdell es cualquier cosa menos eso. La serie no despega de ninguna manera. Villanos de opereta, personajes secundarios estereotipados, planos y sin ningún interés… poco, muy poco hay que destacar en la andadura actual de esta serie. Al menos, las pasadas etapas de Pérez o Jurgens, si bien estaba claro que no estaban hechas para durar, eran aventuras sencillas, inteligibles y, aunque irrelevantes, permitían una lectura más o menos agradable. El batiburrillo de cabos sueltos y líneas argumentales que aparecen y desaparecen en los últimos números solo consiguen dejar claro la escasa competencia del guionista. Si a eso le unimos que parte de su trama ha volado por los aires por haberla utilizado en los números que le ha tocado rellenar en Action Comics y el baile de dibujantes, pues nos queda poco más que ruinas en esta serie del Hombre de Acero.

Con todo, el apartado gráfico sigue siendo lo más reseñable del cómic. Con diferencia, destaca la magnífica portada de Kenneth Rocafort y en el interior lo mejor son las páginas de Eddy Barrows que sigue con su estilo grandilocuente, de grandes poses, caras que siempre parecen tristes y un acabado un tanto irregular pero correcto. Tanto él como el resto parecen empeñados en dibujar un Superman que hace no tanto tiempo, todos habríamos identificado como Superboy. Pero es lo que toca. Hay que ser modernos y llamar a grito pelado a nuevos lectores, que fijo, con cómics como este vienen corriendo. 

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