En la foto sobre estas líneas me veis en una sala vacía de cine, con la pantalla detrás de mí mostrando la ya por todos conocida "S" (o el símbolo de esperanza) de Superman a todo tamaño. Ha sido esta noche, después de mi quinto y ya sin duda último visionado de El Hombre de Acero en cines. Y agradezco a los cines Cinesa esta nueva oportunidad de ver en pantalla grande esta película gracias a su iniciativa de reestrenarla (aquí en Valencia solo del 7 al 10 de Octubre), porque me ha permitido disfrutarla (y analizarla) después de varias semanas sin verla. Y eso permite adoptar otra perspectiva, porque por lado sabía lo que iba a encontrarme, pero por otro he podido redescubrirla como si fuera la primera vez.
No me extenderé, porque
mis primeras impresiones sobre Man of Steel tras visionarla en la premiere de Madrid ya las plasmé de forma extensa. Y tras un quinto visionado de la película, éstas se mantienen. Sigo pensando que la película se desarrolla en
un plano diferente del espacio-tiempo ajeno al
E=mc2, porque sus dos horas y media no me han parecido en ningún momento semejante cantidad de tiempo. Prácticamente no me entero de la película, que se me pasa en un suspiro. Estás asistiendo al parto de Lara y de pronto Clark está sonriendo en el Daily Planet y ya hemos terminado. Salvo por el momento de
la lucha contra la máquina planetaria, quizá la parte más innecesariamente alargada de la película, no hay ninguna escena que me resulte sobrante.
Vuelvo a ratificarme en que la banda sonora de Hans Zimmer es una obra maestra que acompaña y engrandece todas las escenas en las que podemos escucharla. La sinergia de imagen y música es perfecta, y aunque el nuevo Superman no tiene una fanfarria que se tarareará durante décadas como la de Williams, sí tiene un verdadero temazo de los que apetece escuchar a todo volumen y que acompaña al personaje en cada aparición, tanto de forma sutil como de forma poderosa, según requiere la escena.
Sigo pensando también en el gran acierto de casting, sobresaliendo Henry Cavill (Superman, sin duda), Russell Crowe y Michael Shannon, que están geniales. Antje Traue roba todas las escenas en las que aparece, igual que Kevin Costner. También Diane Lane me ha gustado más incluso de lo que recordaba, aunque su caracterización de señora mayor es un poco floja. Más bien parece una zarrapastrosa con el pelo enmarañado que una venerable mujer de unos 60 años. Que cuiden ese aspecto los de peluquería y maquillaje para la secuela, porque hoy ese detalle me ha parecido importante.
También hoy me he dado cuenta de
un par de fallitos de los que no me había percatado hasta ahora. Dos tonterías, pero que quiero compartir por si alguien también los ha notado. Puedo entender que
el holograma de Jor-El sea tan físico, e incluso que realice movimientos para abrir y cerrar puertas cuando está con Lois.
¿Pero por qué sus pasos hacen ruido? ¡Si es un holograma! Y en esa misma escena (la del escape de la nave Black Zero... a la que nunca se llama así), cuando
la kryptoniana Car-Vex ataca a Lois estando en la cápsula de escape,
Lois la empuja con la pierna y la tira al suelo. ¿Cómo es posible, si en ese momento la atmósfera de la nave ya ha conferido a los kryptonianos poderes, e incluso Car-Vex ha roto la cápsula de un puñetazo segundos antes en una demostración de superfuerza?
Pero en fin, como cualquier película tiene detalles negativos, pequeños fallos y hasta algún mínimo error de racord, pero
¿qué es todo esto cuando el resultado general es tan redondo? Ya van cinco veces en pantalla grande y solo puedo pensar una cosa: que
Superman ha vuelto al cine de forma arrolladora, con acción, con un nuevo intérprete que nació para este papel, y con una historia de origen que nos deja innumerables posibilidades a explorar en las próximas secuelas, ya sean con Batman, con la Liga de la Justicia, en solitario, o con quien les dé la gana. Porque
Superman está ahí, en cada fotograma de
Man of Steel, una película que mejora con cada visionado.
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