RESEÑA DE INJUSTICE: GODS AMONG US #30

INJUSTICE: GODS AMONG US #30

Guión: Tom Taylor

Dibujo: Bruno Redondo

Reseña de Javier Olivares Tolosa

Metropolis, hace 6 años. Un niño narra la historia de cómo un buen día, descendiendo por una colina con su bicicleta, tropezó con una piedra y se dio un tremendo golpe. En aquel momento apareció Superman, preocupándose por él y siendo muy amable al intentar arreglarle la bici. Era un Hombre de Acero con un corazón de oro.

Superman no pudo arreglar la bici e incluso le estropeó más la rueda tratando de llevarla al sitio, así que llevó al niño a casa volando. El niño incluso le invitó a pasar a tomar un sándwich, pero Superman tuvo que marcharse a atender otro asunto.

En un callejón, Superman aborda a dos hombres con pasamontañas y escopetas. Les dice que sabe que ninguno lleva las armas cargadas, y ellos dicen que no querían herir a nadie. Superman no los detiene, ni los hiere, sino que les da un consejo: que se quiten los pasamontañas, tiren las armas, y se marchen a ser mejores personas. Y lo hacen.

En la azotea del Daily Planet, Superman tiene un fugaz encuentro con Lois. Se cuentan qué han hecho ese día y se despiden con un beso. Superman aún tiene una cosa que hacer esa noche.

Así, el Hombre de Acero aparece sonriente en la puerta de casa del niño de la bicicleta. La madre apenas puede creerlo, pero Superman ha traído una rueda nueva para él. Es algo que siempre marcaría la vida de aquel chaval.

Hoy en día, 6 años después, el niño es un joven que va a la universidad de Gotham. Un niño que sigue conservando aquella rueda en su habitación, como recuerdo de aquel Superman que inspiraba a las personas, y que no tenía siempre los dientes apretados y se había vuelto oscuro porque supuestamente es lo que necesitaba el mundo. En una palabra: echa de menos la ciudad del mañana... y al hombre del ayer.

CRÍTICA

Brutal. 

Brutal. 

Pero brutal. 

Si alguien se pregunta todavía a estas alturas de qué va Injustice, este cómic es la respuestas. Injustice es la degeneración de Superman desde el campeón brillante, amable y siempre dispuesto a ayudar, a un oscuro y desnortado policía del mundo entero. Antes aconsejaba, ahora impone. Antes ayudaba, ahora da órdenes. Y todo queda reflejado aquí en esta historia en flashback reforzada incluso por el aspecto más clásico de Superman (con su traje de toda la vida), y con esa actitud tan bonachona de ayudar a un niño que se ha caído de la bici, o en la secuencia con los dos aspirantes a ladrones a los que disuade de tomar ese camino. El Superman de Injustice los habría achicharrado con visión calorífica. Pero esa es la esencia de Superman, ser más que un héroe, ser un amigo de las personas y alguien que las inspire. Nos damos cuenta de lo perdido que está en esta colección, ¿verdad?

Es más, leer este cómic te hace darte cuenta que se llega a echar de menos a ese Superman de siempre. Sí, los tiempos cambian, todo se oscurece y se hace más adulto, pero... Superman es algo que está por encima del propio tiempo, y es triste ver en lo que esta colección lo ha convertido. No por la propia colección, que sigue siendo magnífica, sino porque Superman no se merece sufrir semejante transformación. Porque si alguien tan bueno y puro como Superman puede caer en un lugar tan hondo y oscuro... ¿qué esperanza nos quedaría a cualquiera de nosotros en esa situación?

En fin, excelente cómic que además un dibujo formidable nos ha dejado esta semana una historia que nos hace reflexionar. Un aplauso, por favor. 

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