RESEÑA DE INJUSTICE: GODS AMONG US (AÑO 4) #3

INJUSTICE: GODS AMONG US (AÑO 4) #3

"LA VENGANZA ES MÍA"

Guión: Brian Buccellato

Dibujo: Mike S. Miller

Color: J. Nanjan

Reseña de Javier Olivares

RESUMEN

Hace cuatro horas. Renee Montoya, botella de whisky en mano, hace una llamada a la que fue su pareja, Maggie Sawyer, para confesarle que nunca ha dejado de quererla. Es una despedida en toda regla, porque Montoya ha decidido emprender un camino sin retorno. Y ante ella, un montón de pastillas del superhombre resplandecen.

Superman está visitando a sus padres en Smallville, pero todo ha cambiado. El matrimonio Kent siente miedo por él (o quizá de él) y Kal-El se muestra molesto por ese comportamiento de sus padres. Pero cuando Superman escucha el ultimátum de Renee Montoya, se marcha volando de la granja a toda velocidad en dirección a Washington.

A todo esto, Harley se ha hecho pasar por la madre de Billy Batson para recogerlo en el colegio, y le pide que se transforme en Shazam para irse los dos juntos por ahí, pero Billy dice que no.

Superman llega a Washington como una exhalación y golpea a Renee por la espalda, diciéndole que si acaso se piensa que por haberse tomado una pastilla es rival para él. Pero Montoya se incorpora de inmediato, hinchada y con un fulgor verde brillando en su cuerpo, respondiendo que no ha tomado solo una pastilla y que va a matarlo. Con un tremendo puñetazo mutuo, comienza la batalla.

CRÍTICA

A pesar de que el número de esta semana no es sino una extensión del de la pasada que nos aclara un poco mejor algunos puntos que ya nos habíamos imaginado, hay que decir que ha sido un viaje trepidante, de esos que te puedes leer varias veces sin enterarte. 

Se confirma aquí que Renee Montoya ha cometido prácticamente un suicidio con la única intención de llevarse a Superman por delante. Atiborrada de pastillas del superhombre (cuyos efectos sin duda la matarán cuando se le pase el subidón), la detective de Gotham tiene una única oportunidad de hacer caer al kryptoniano antes de caer ella. Lo malo es que sabemos que no lo va a conseguir, pero quizá sí que le haga pasar un mal rato antes de que, sin duda, el monstruo que fue Superman se la termine cargando. 

La escena en Smallville me ha parecido sublime. Desde siempre, si algo da humanidad a Superman es precisamente la relación con sus padres. Gente de la tierra, entendiendo la palabra no como planeta sino como elemento primario. Trabajadores, humildes, buenas personas, con valores elevados y sencillos. Y sobre todo gente que ha contribuido (si no directamente construido) a la personalidad de Clark y a su decisión de ser un salvador y no un villano. Ahora, en un par de páginas, vemos que la relación entre Clark y los Kent está muerta y enterrada, porque no hay nada peor que que tus propios padres te teman, y eso es lo que ha conseguido el kryptoniano. La frialdad e incomodidad de ese encuentro está perfectamente representada en esa viñeta en la que la antaño familia Kent está separada por una mesa y dos tazas de té. Incomodidad en especial por la parte de Superman, porque en las palabras y actitud de Martha aun podemos ver ese amor y preocupación incondicional de una madre que, sabiendo que ya no reconoce los actos de su hijo, no puede evitar quererlo. Qué triste, qué lógico en este elseworld, qué Injustice en una palabra. 

En cuanto al dibujo, esta semana le toca al otro habitual de la serie, Mike S. Miller, que mantiene su nivel habitual y nos brinda a una Harley Quinn que no puede ser más sexy y una galería de rostros expresivos y cargados de emociones diversas y brillantes paneles de acción. Personalmente y por sacarle una pega, me gusta mucho más cómo dibujan los rostros Bruno y Juan (y a Harley la han hecho absolutamente suya), pero tanto el dibujo como el coloreado están excepcionales. 

En definitiva y como decíamos, un número en el que apenas ha ocurrido nada pero que nos deja con ganas del siguiente y con la sensación de que este año 4 promete mucho.

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