RESEÑA DE INJUSTICE: GODS AMONG US (AÑO 4) #2

INJUSTICE: GODS AMONG US (AÑO 4) #2

"QUÉ TONTOS SON ESOS MORTALES"

Guión: Brian Buccellato

Dibujo: Bruno Redondo (acabados: Juan Albarrán)

Color: Rex Lokus

Reseña de Javier Olivares

RESUMEN

Diez años atrás, una Renee Montoya que comenzaba como agente de policía en Gotham a las órdenes de Maggie Sawyer, intervenían en el caso de una secta satánica que secuestraba niños para sus rituales. Las dos solas entraban en la casa de la secta y se enfrentaban a ellos, y superadas en número y en grave peligro, Montoya no tenía más remedio que disparar a uno en la cabeza. Huntress aparecía poco después para ayudarlas con la situación.

En el presente, hace cuatro horas, Renee se despierta todavía borracha mientras que Huntress y Catwoman discuten acerca de lo que van a hacer. Selina ya no confía en que Batman pueda manejar la situación y decide marcharse, y Montoya dice que Batman es un cobarde que no se atreve a hacer lo que es necesario. 

En el invernadero de Poison Ivy, Harley Quinn se aburre como una ostra y su verde nueva amiga le pregunta si no tiene a nadie a quien ir a ver. Harley se queda pensando y se marcha a ver a Billy Batson, su adorado Shazam, a través de una ventana de su colegio.

En Washington asistimos al momento con el que concluía el número anterior, y vemos que la persona que ha noqueado a Cyborg es Montoya, que ha tomado la píldora del superhombre y no tiene ningúna dificultad en golpear también a Robin y lanzarlo muy, muy lejos. Levantando al inconsciente y machacado hijo de Bruce ante las cámaras de un helicóptero de noticias, Renee lanza un ultimátum a Superman. O se enfrenta a ella, o Robin muere allí mismo.

CRÍTICA

Está claro que en un número de Injustice en el que pasen pocas cosas, ya ocurre más que en la mayoría de los de DC de ese mismo mes. Esta semana tenemos el ejemplo con estas páginas más bien transitivas en las que el grueso de la historia es un flashback de dos de los personajes femeninos sin superpoderes más fuertes del UDC, Renee Montoya y la capitana Maggie Sawyer. Un flashback oscuro y aterrador, con un look muy de película de terror y una atmósfera tan bien construida que casi parece que podemos oler la madera vieja de esa casa y la cera caliente de las velas del ritual satánico. Formidable la expresividad que Bruno Redondo, Juan Albarrán y Rex Lokus (el coloreado este año se está haciendo tan importante como el layaout y los finishes) le dan a los dos personajes y al escenario. Toda una lección de narrativa y atmósfera sin palabras. 

La segunda parte de la historia la roba por completo otro de los personajes que, cada vez que aparecen por esta colección, nos enamora: Harley Quinn. Mordaz, divertida, sexy, expresiva, y con un nuevo look que seguro pronto las cosplayers around the world van a querer imitar. Insisto una vez más; qué bien parada sale Harley Quinn en Injustice, qué bien la trata el guión y qué fantásticamente el dibujo, haciendo de todas sus viñetas un manual de cómo darle vida y expresividad a un rostro de cómic. 

La parte más floja es la final, con una Montoya que más que la superpíldora parece que se haya metido la droga Venom, pero la idea de ese enfrentamiento contra Superman parece interesante. ¿Con posibilidades para Montoya? Pues hombre, la verdad es que aun si no supiéramos cómo termina Injustice, uno diría que no tiene muchas... Pero oye, por intentarlo, que no se diga. Que de valientes está lleno el cementerio de esta colección.

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