EL SÍMBOLO
Por Samuel Secades
(Ilustración de Moisés López)
Miguel tiene nueve años. Está atardeciendo y mira por la ventana preocupado y un poco ansioso. Desde su ventana, en la sexta planta del hospital, apenas se ve el cielo, sólo un puñado de edificios grises. La gente no para de caminar pasillo arriba y pasillo abajo, hay pitidos de máquinas, conversaciones en voz baja y a lo lejos el sonido del tráfico que viene de la calle. Y el sonido apagado del walkman que su hermano Coque está escuchando en la silla frente a su cama. Coque tiene catorce años y ahora le ha dado por vestir todo de negro y escuchar esa música que parece que le va a destrozar los oídos. Miguel vuelve a mirar por la ventana y aprieta en un gesto nervioso el arrugado cómic que tiene entre las manos. Vuelve a mirar la portada y eso le tranquiliza. En ella Superman está de pie sobre un asteroide en el espacio mirando hacia la Tierra. Miguel pasa sus dedos por la portada y se detiene arriba a la izquierda donde reposa el símbolo pentagonal con una S dentro. Mira a Coque y éste le devuelve la mirada, se quita los cascos y se ríe.
-Va a venir, tranquilo. Dios, tanto jaleo por una película que has visto mil veces.
No le responde. Coque siempre se burla de que le guste Superman. Dice que es infantil incluso para un crío de nueve años, que lleva un traje ridículo, que es un santurrón aburrido y que los calzoncillos por fuera le hacen parecer estúpido. Desde que Miguel está en el hospital se mete menos con él, pero a veces no puede evitarlo. Cuando Miguel se incorpora para responderle la puerta de la habitación se abre de golpe y aparece su padre, Carlos, llevando como un millón de cosas en las manos. Unas bolsas en las que se adivina una maraña de cables, el video VHS del salón de su casa y una cinta de videoclub sobre él.
-Coque, haz el favor, ayúdame que se me va a caer todo. Ya he hablado con la enfermera, me ha costado un poco convencerla pero dice que si ponemos el volumen bajo hará la excepción. Eso sí, a la mínima nos lo quita así que tengamos cuidado.
Miguel está feliz. Mira encantado como su padre y su hermano se vuelven locos conectando todos los cables a la diminuta televisión enclavada en lo alto de la habitación. En su regazo está la cinta de videoclub. La sostiene en las manos y la abre con cuidado. La cinta está sin rebobinar y en la etiqueta se lee "Superman: La Película". Miguel está feliz.
Cena a toda prisa la insípida comida del hospital y cuando se llevan la bandeja Carlos y Coque ponen dos sillas a ambos lados de la cama de Miguel y se preparan para la proyección. Apagan las luces de la habitación. Aparece un cómic en la pantalla como el que Miguel sigue teniendo entre las manos. La cámara se eleva sobre el edificio del Daily Planet, sube a los cielos y sobrepasa la Luna. Cuando comienza la música Miguel ha perdido el miedo a la operación de mañana. Con la fanfarria sonando una enfermera asoma su cabeza por la puerta con gesto enfadado, pero cuando mira el televisor y ve el símbolo apareciendo en la imagen sonríe levemente y con la mano nos indica que bajemos el volumen.
Carlos se ha dormido a los cinco minutos, mientras Jor-El habla al consejo. Hundido en su silla parece agotado y mucho mayor de lo que es en realidad. Coque mira fijamente a la pantalla, más por la promesa que le hizo a su hermano de que la vería con él que por interés por la película. Krypton explota. Conocemos a los Kent. Smallville, Kansas, es precioso a los ojos de Miguel. La cámara se eleva de nuevo mientras Clark abraza a su madre después de decirle que tiene que marcharse. Una punzada de tristeza se clava en el corazón de Miguel cuando se acuerda de su madre y echa de menos sus abrazos. Pero no hay lugar para el dolor, el viaje del héroe ha comenzado. Cuando Superman hace su aparición en Metrópolis Carlos se despierta.
-¿Por qué salva a un gato? -dice Coque. Vaya tontería. Si yo fuera él anda que iba a perder el tiempo bajando a un gato de un árbol.
Miguel no hace caso. Obviamente su hermano no entiende a Superman. Para él devolverle a una niña a su gato es utilizar sus poderes para ayudar a los demás tanto como evitar que el avión del presidente se estrelle. Él ayuda a todo el mundo y lo hace lo mejor que puede porque eso es lo correcto.
Lois ha muerto y Superman no ha llegado a tiempo para salvarla. Verle así, llorando con el cuerpo de ella en sus brazos hace que Miguel se tense. Un héroe también falla. Un héroe también pierde. Un sonido a su derecha le distrae. Su padre está llorando. Miguel cree que se acuerda de mamá cada vez que ve esa escena. De todos modos, piensa, no hay por qué preocuparse. Superman sale volando con todo su poder y comienza a girar la Tierra en sentido contrario. Coque se ríe a su izquierda pero no aparta su mirada de la televisión.
Al final, Superman detiene a los malos y los lleva a prisión. El alcaide le da las gracias, pero entonces Superman dice la frase favorita de Miguel, que a su vez es la que más risas y resoplidos de burla despierta en Coque. "No señor, no me dé las gracias. Todos formamos parte de un equipo". Superman alza el vuelo y comienza la música de nuevo. Cuando alcanza el espacio Superman sonríe a Miguel y desaparece.
Ya es por la mañana y han venido a buscar a Miguel para bajarlo a quirófano. Coque le acaricia la cabeza y su padre le da un beso en la frente, haciéndole cosquillas con su bigote.
-Todo irá bien, hijo mío.
-Lo sé papá. No te preocupes.
La enfermera le destapa para prepararle.
-Tendremos que quitarte ese pijama tan chulo -dice. Carlos sonríe y sorprendiendo a Miguel pone su mano sobre el símbolo que luce orgulloso en su pijama azul. Coque los mira y sorprendentemente hace lo mismo. Miguel les coge la mano, las tres sobre el escudo. Todo irá bien.
Miguel tiene 34 años. Entra a la habitación y la algarabía se detiene. Está acostumbrado. Los niños le miran con recelo y los padres con preocupación, pero enseguida sonríe y todos se relajan.
-A ver, tú eres... Javi, ¿verdad? Yo me llamo Miguel y voy a ser el que te opere. ¿Cómo estás esta mañana?
Pero Javi no le está mirando a los ojos, sino un poco más abajo de su cabeza.
-Ahí, en su bata... ¡es el símbolo de Superman!
Todos sus pacientes se quedan mirando el pin que lleva enganchado a la bata, junto a su nombre. Cuando el nombre de Superman es oído por los demás la habitación vuelve a estallar en un galimatías de voces infantiles.
-¡No, es el de Batman!
-¡Que no, burro, que es el de Superman!
-Pues a mí me gusta más Batman.
-¡A mi Hulk!
-Me va a operar Superman... ¡mi doctor es Superman!
Ya se los ha ganado.
-Javi, mañana por la mañana pasaré a recogerte y nos iremos a operar, ¿vale? -dice Miguel.
-¿Iremos con la cama rodando?
Miguel sonríe.
-Estadísticamente hablando es el medio de transporte más seguro.
Todos ríen. El compañero de habitación de Javi se ha puesto una manta roja sobre la espalda y alza los puños. Todos ríen.
Miguel sale de la habitación hacia la siguiente, pero unos padres salen tras él y lo detienen.
-Doctor, muy hábil lo del pin. Los tiene entregados. Muchas gracias.
Miguel sonríe de nuevo con una sonrisa que te hace pensar que todo va a ir bien.
-No señor, no me dé las gracias. Todos formamos parte de un equipo.
Los padres le miran entre extrañados y sorprendidos y finalmente y por primera vez en muchos días se ríen de verdad. Miguel les saluda y sigue avanzando, mientras piensa en lo divertido que resulta que la gente crea que está bromeando. Y que lleva el símbolo en su solapa para los demás, cuando en realidad lo lleva para sí mismo.
FIN
Me a gustado mucho muy buen relato la verdad es que si eso me hubiera pasado a mi con 9 años y mi medico lleva ese símbolo tmb me hubiera ganado enseguida ;).
ResponderEliminarGracias mil por publicarlo Javi, me hace una ilusión tremenda que esté en tu página. Un saludo!
ResponderEliminarPor cierto, la ilustración es una maravilla, enhorabuena a Moisés!!
EliminarGracias!!! el relato es muy bonito también!!
EliminarMaravilloso. Samuel, gracias!!!!
ResponderEliminarPrecioso y mágico, como todo lo que hace Sam ;-)
ResponderEliminar@lorenablazquez
javi! http://www.elmulticine.com/noticias2.php?orden=445598
ResponderEliminarHermoso relato, me ha dado mucha emoción :)
ResponderEliminarLo digo TOTALMENTE EN SERIO, practicamente LLORANDO con la ultima palabra de ESTA OBRA MAESTRA, la mejor historia corta de Superman que he leido en mucho tiempo. UNA MARAVILLA. Tenemos que conseguir que DC la plasme en papel.
ResponderEliminarLos relatos anteriores me parecieron excelentes; este relato falta de lógica, creatividad y autenticidad. No entiendo si el niño tiene 9 en qué momento tiene 34 y encima es doctor y opera a niños al estilo Patch Adams, y para colmo tiene a un paciente llamado "javi", solo le falto el apellido; bueno, a mi no me ha gustado para nada.
ResponderEliminarCristian Pablo.
Muy bonico :)
ResponderEliminarMe ha emocionado mucho, y cuando hay críos de por medio aun mas. Es maravilloso, simplemente genial, de una sensibilidad y una belleza sublime. Tengo una hija de 7 meses y para reyes le regale su pijama de Superman azul y esto me ha emocionado. De los 3 relatos, este tiene alma y es muy especial para mi.
ResponderEliminarHabéis logrado emocionarme cabrones, jejeje. Este es el único taco que he soltado en esta web, me he estrenado por fin.
Saludos
Kryptonita Roja
GENIAL
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