CIERRA LA CÁRCEL DE PAPEL. ¿PERO QUÉ DEMONIOS...?

Debo ser el último de la red en enterarme (gracias al blog del amigo Paco Hernández), pero estoy en shock. La Cárcel de Papel, el mítico site de Álvaro Pons, ha echado el cerrojo y se ha despedido con un “Hasta siempre”.

El que no conozca La Cárcel de Papel es porque no es lector de cómics. Durante unos 10 años, Álvaro ha venido reseñando tebeos prácticamente desconocidos para el gran público: cómic europeo, cómic de autor, auténticas rarezas de las que no entendemos los profanos. Para muchos de nosotros –entre los que me incluyo–, muchas veces no eran recomendaciones tentadoras, pero qué duda cabe de que fuera del círculo acotado en el que me muevo (el "sencillo" cómic de superhéroes) hay todo un mundo de Noveno Arte por explorar. Y el Sr. Pons lo exploraba, lo descubría, lo devoraba y nos lo ofrecía semidigerido. Así durante muchos años, hasta convertir su site en una referencia absoluta.(Sigue leyendo esta mala noticia con clic en LEER ENTRADA NOTICIA)

Y ahora se despide. Cierra la página, abandona sus colaboraciones en prensa y salones de cómic. Y eso, amigos, da un poco de miedo. Porque Álvaro no deja el mundo del cómic, qué va; incluso va a disfrutarlo con más ganas. Lo que deja es esa horrible sensación de obligación de tener que escribir sobre algo que le apasiona hasta el punto de que esa pasión se convierta en un segundo trabajo. Y como ya sabéis, a casi nadie nos gusta trabajar, así que cuando la cosa pasa de ser un placer para convertirse en una obligación… mal vamos. Y así le ha pasado. Álvaro ha decidido volver a disfrutar de la lectura de los cómics a su rollo, sin presión, cogiendo lo que se le antoje de la estantería, comprando lo que le apetezca y disfrutando con su mera lectura sin esa sensación de “tengo que escribir algo sobre esto porque tengo a gente fiel en la red esperándome”.

¿Entendéis a qué me refiero?

Igual que Álvaro, yo llevo por aquí desde 2003. Con caídas de servidores, con intentos de hackeo, con detractores, pero no he dejado de publicar noticias de Superman y de ampliar la página con contenidos extra. E igual que Álvaro, muchas veces he sentido ese hastío, esa sensación de no tener ganas de leerme un cómic o de ver un episodio de Smallville por todo el trabajo posterior que me iba a llevar. Cuántas veces habré dejado de ver una película que me apetecía, o me habré perdido un almuerzo de sábado con los colegas por estar ocupado con la página. Lo he hablado con mi amigo Mariano Bayona un montón de veces, ya que él se ha sentido absolutamente igual (o peor, diría yo, porque los últimos tiempos de Smallville para él fueron un auténtico suplicio), y cuando se tiene esa sensación de que lo que estás haciendo ya no te hace disfrutar, sientes deseos de tirar la proverbial toalla.

Por suerte, hasta ahora yo he resistido y me ha podido más mi pasión por el personaje que mis deseos de mandarlo todo a la porra. Gracias también a vosotros, a vuestros mails, a vuestras colaboraciones y a este nuevo (para mí) formato de publicación que me permite estar mucho más en contacto con vosotros, que a fin de cuentas sois el destinatario de todo mi trabajo. Pero entiendo a Álvaro, aunque me entristece y me asusta su decisión; porque si él, todo un grande de este mundillo –ganador incluso del premio de Divulgación de la Historieta del Salón del Cómic y comisario de innumerables salones y expos de comics–, ha sido capaz de sucumbir al agobio… ¿quién está a salvo?

En fin, un virtual pero cariñoso abrazo a Álvaro y ojalá que su decisión le permita disfrutar de los cómics mucho más. Seguro que lo hará, pero a costa de que la red, desde ahora, va a ser un poco menos interesante. Y a mí, la sensación que me deja este adiós, es muy parecida a esto... 

 

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