RESEÑA DE INJUSTICE: GODS AMONG US (AÑO 5) #25

INJUSTICE: GODS AMONG US (AÑO 5) #25

"DECISIONES: PARTE 1"

Guión: Brian Buccellato

Dibujo: Mike S. Miller (color: J. Nanjan)

Reseña de Javi Olivares

RESUMEN

Damian confronta a su padre y le exige que mate a Zsasz o él lo hará. Bruce trata de dialogar con él y convencerle de que eso no es lo querría Alfred, sino que es exactamente lo que Superman ha forzado que ocurra. Damian no quiere escuchar y lo ataca, pero Batman lo desarma. Y en ese momento, Superman aparece. Se produce una tensa conversación entre él y Batman. Superman le dice que nadie le juzgará si mata a ese criminal, y Batman le acusa de la muerte de Alfred, a lo que Superman reacciona empujándolo y lanzándolo a varios metros y diciéndole a Damian que acabe con Zsasz.

Damian está a punto de asestar el golpe letal a Zsasz cuando Batman se incorpora y le ordena detenerse. Corriendo hacia Superman, Batman le asesta un tremendo puñetazo en la cara. Ha tomado su última pastilla verde y comienza así una pelea entre los dos que termina rápidamente decantada hacia el lado del murciélago, con Superman recibiendo una tremenda paliza y quedando inconsciente. Batman agarra a un inconsciente Superman del cuello y le dice a Damian que ahora solo tiene que romperle el cuello y poner fin a cinco años de guerra. Si es eso lo que quiere, verlo matar... ahora tiene la oportunidad.

CRÍTICA

Cierto número de lectores siempre utiliza en mi contra el manido argumento de que soy un bat-hater. De que cualquier cómic, serie o película en la que Superman no sea el número 1, el vencedor y el mejor, automáticamente no me va a gustar por ese motivo. Y si encima es Batman el que se lleva la mejor parte de la historia, todavía peor. 

Bueno, pues todos esos lectores van a disfrutar especialmente hoy con mi comentario de este número de Injustice. A disfrutar poniéndome verde después, claro. 

Vayamos por partes. Por un lado, visualmente estamos ante uno de los mejores números de la colección en mucho tiempo. Mike S. Miller lo borda. La acción y la pelea es lo suyo, y el cómic es un festín de paneles de lucha sangrienta bajo la lluvia (nótese la comparación nada casual con el reciente versus fílmico) brutalmente dibujado a la perfección. 

Eso en cuanto a lo que me ha gustado. Pero lo que no ha gustado ha sido la propia historia y su desarrollo. Y no porque Superman reciba otra paliza (lo siento, mis queridos haters, a que Superman reciba más ostias que en la comunión ya nos hemos acostumbrado por estos lares), sino por lo que este número viene a confirmar. Y es que si nos remontamos al origen y premisa de Injustice, podríamos pensar en que es una historia sobre pureza perdida. Una astuta forma de contarnos de forma creíble que hasta el más noble, puro y bueno de los superhéroes podría convertirse en villano si le sucediera algo traumático y terrible. En esencia, una lección sobre que no hay nada ni nadie que sea cien por cien incorruptible. 

Excepto si eres Batman. 

A Batman acaban de matarle a su padre. Por segunda vez. Y lo ha hecho su peor enemigo, contra el que lleva cinco años luchando, del que se esconde y al que ha jurado derrocar: Superman. Pero ni siquiera en esos momentos tan viscerales, vemos a Bruce perder el control. Se mantiene firme pensando en "lo que Alfred querría" o en que "esto es lo que ha provocado Superman", cuando realmente a cualquiera le apetecería patear la cabeza de Zsasz hasta el final. Y para más inri, ahora tiene a Superman (otra vez) a su merced, apaleado e inconsciente -lo cual nos vuelve a hacer pensar en lo fácil que es tumbar a Superman con una pastilla verde de por medio, pero bueno, eso lo dejaremos pasar-, y no lo va a matar. Tú, lo sabes, yo lo sé, el guionista lo sabe, mi difunta abuela lo sabe y el vecino de enfrente, que no lee Injustice, también lo sabe. Este clímax es un anticlímax, muy chulo en viñeta pero con una resolución que ya conocemos y que hace, por ende, que el cliffhanger no tenga ningún valor. No hay tensión. Batman lo va a soltar y le va a dar una lección a Damian. Lo cual, queridos lectores y amigos (incluso a los que ya me estáis odiando), nos lleva al auténtico problema que le veo a este número y, en este punto, a Injustice: que ya no es una historia sobre la corrupción de lo incorruptible. Es una apología de que todo puede ser corrompido excepto Batman. De que el alma de Superman es más oscura y más frágil que la de un vigilante que ha dedicado su vida a luchar contra el crimen entre las sombras. Batman es, a la postre, el mejor superhéroe y la persona más pura del universo. 

Pues nada, batmaníacos. Atesorad estos momentos. Yo seguiré leyendo Injustice porque es un cómic muy chulo y para ver quién es el siguiente en darle una paliza a este personaje que ya no es Superman ni se le parece. Creo que al décimo que lo haga, le regalan un apartamento en Torremolinos.

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