miércoles, 5 de marzo de 2014

CURATORÍA KRYPTONIANA: SUPERMAN EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO

El siglo XX es el siglo de las revoluciones, de la aceleración vertiginosa, de las grandes, precipitadas y a veces incluso acertadas ideas, y es también sin la menor duda el siglo de las imágenes. Heredando la fotografía desde el XIX, esta provocó primero una transformación profunda en el arte precipitando la aparición de las revulsivas vanguardias históricas para, más tarde, ser completamente asumida en las no menos rupturistas aunque naturalmente integradas hibridaciones postmodernas, que absorbieron sin pudor cualquier  imaginería procedente tanto del propio mundo del arte como de las periferias circundantes. Entre todos los cambios acontecidos desde los años cincuenta del siglo pasado uno resulta especialmente significativo, el continuo trasvase entre la considerada  alta cultura y la cultura popular. La élite intelectual, cada vez más proclive a asumir aquellos elementos provenientes de los mass media y géneros artísticos habitualmente considerados  menores, ha terminado canalizando el potencial creativo de prácticamente todas las esferas de la actividad humana, colándose a menudo por las puertas de museos e instituciones artísticas múltiples elementos que antaño eran totalmente ajenos a sus blancas paredes.

El universo del cómic, considerado a menudo un hermano menor de la literatura y las artes plásticas a pesar de su enorme potencial creativo (de nuevo tan híbridamente posmoderno) también ha participado de este interés por lo popular, y los conocidos personajes surgidos en las viñetas han acabado formando parte de las iconografías habituales de pintores, escultores, fotógrafos y, en definitiva, creadores visuales contemporáneos. Superman, posiblemente el más icónico y universal de todos ellos, no podía ser ajeno a este fenómeno y en el presente texto intentaremos dar un somero repaso (imposible incluir, siquiera localizar, cuanta referencia al Hombre de Acero en la plástica actual) a algunas obras de arte que se han servido del personaje en su mensaje al espectador, esforzándose en deconstruirlo con mayor o menor acierto.

I- Los orígenes y el Pop Art: el nuevo culto

Sin duda la primera incursión de Superman en la plástica contemporánea llegó de quien acabaría siendo pope del Pop Art, el conocidísimo Andy Warhol, que dedicó algunos de sus primeros trabajos al héroe kryptoniano. El interés sincero y alejado de posturas intelectuales que Warhol mostró por lo que otros artistas consideraban entretenimiento palomitero dignificó la cultura popular y ayudó a teorizar sobre la importancia de los iconos provenientes de los mass media en el devenir de la llamada poshistoria y en el pensamiento filosófico actual. Su intención decidida de elevar a la categoría de arte recursos infravalorados le llevó a fijarse en el cómic al principio de su carrera (algo que desestimó después de conocer la obra de Roy Lichtenstein) y en este primerizo trabajo nos gusta llegar a intuir la frágil y extraña personalidad del artista encubierta como falsa identidad (un Kent de pelo plateado) bajo la figura poderosa del superhombre, héroe de su infancia, que ocupa el lugar de los viejos mitos griegos en la pintura clásica y que a su vez revaloriza ante ojos críticos el poder visual del diseño realizado por Joe Shuster en los años treinta.


Andy Warhol

Warhol dejó abierta una importante vía para el arte y el retrato en el siglo XX, y los iconos culturales pasaron a ser objeto de representación tan adecuados, o más, que los clásicos, constituyéndose una nueva mitología alrededor del show bussines y las ficciones modernas, algo que aun hoy retoman artistas consagrados como Mauricio Catellan o Cindy Sherman y que podemos ver reflejado en la obra de muchos jóvenes artistas.

Stella Vine centra su pintura en personajes populares del cine, la moda o la música, como una Elizabeth Peyton oscura y de pincelada agresiva. La artista dedicó un lienzo al ejemplar héroe interpretado por Christopher Reeve en Superman The Movie, una imagen como la de sus estrellas del rock, representativa hasta el exceso. A Vine no le sirve solo la popularidad de sus retratados sino que busca aquella imagen mas iconográficamente anclada en nuestro subconsciente, su gesto pictórico espontaneo parece sugerir cierta plasmación torpe que nuestra memoria realiza de dichas imágenes reconocibles universalmente. Por otro lado, el joven artista español Pablo Gallo también utilizó al malogrado actor en su obra Superman al final de la escapada, en la que funde el rostro de Reeve con el de Jean Seberg, actriz del conocido film de Godard del que toma prestado parte del título. Gallo parece no solo reivindicar la estela warholiana sino que proyecta cierta confusión en sus retratos como signo postmoderno de narratividad metaficcional (tomando a los actores como a los personajes que interpretan), invocando una sobresaturación imaginaria que acaba mezclando los rostros, borrando parte de su sentido o multiplicándolo hasta el sinsentido mas absoluto.


Stella Vine y Pablo Gallo

El superhéroe retratado engloba otras peculiaridades mas allá de su célebre estatus. Tanto su condición icónica en la encarnación de ciertos valores como su espectacularidad visual contribuyen a un uso a veces estereotipado de su imagen, y muchos artistas solo parecen buscar en ellos el aspecto novedoso de su inclusión en las paredes del cubo blanco o su particular y cromática estética, sin indagar apenas en aquello que tienen que decir sobre nuestra condición existencial. Un caso particular de esta falta de interés antropológica son los fotomontajes de Agan Arahap, que incluyen a célebres personajes en acontecimientos importantes de la historia reciente. Un trabajo parco en ideas y especialmente desafortunado en el caso de Superman, su imagen inserta en una célebre fotografía de la Segunda Guerra Mundial resulta redundante y muestra un desconocimiento si no la infravalorada mirada del artista sobre el cómic. Superman existió durante la Segunda Guerra Mundial y pudimos ver a los nazis en las portadas y viñetas de sus historias, el collage resulta bajo esta luz un espectáculo vacío de contenido pues su pretendida fusión de fantasía y realidad nos fue mostrada de forma mas sincera y contextual dentro de los propios cómics. Podríamos aludir a que la verdadera pretensión del artista es mostrar la fragilidad del concepto documental de la fotografía contemporánea, pero incluso en este aspecto se ve superado por la obra de fotógrafos escenográficos como Robert Credwson o de los fotomontajes manipulados del periodismo partidista.


Agan Arahap

Igualmente redundante resulta una conocida pieza de Igor Scalisi que nos muestra a Jesucristo caracterizado con el traje emblemático del Hombre de Acero, la intención del escultor por explicitar el origen de los mitos resulta obvia hasta lo innecesario y puro artificio visual, pues la correlación entre el mito de Superman y el de Jesucristo está ya inscrita en la historia primordial del primero y ha sido desarrollada en multitud de cómics y films, tratándose de forma evidente de una coincidencia (más o menos buscada o encontrada) basada en el clásico arquetipo del viaje del héroe retratado por Josep Campell en su libro capital El héroe de las mil caras. El artista parece recrearse en una cierta búsqueda polémica que suele acompañar a las obras de corte religioso y en la belleza y espectacularidad cromática de su figura, que también provienen del personaje originario y a las que nada aporta. Estos casos son ejemplos prácticos de cómo el arte contemporáneo a veces recurre a los recursos más fáciles en busca del simple impacto y sin detenerse a explorar o conceptualizar convenientemente los múltiples aspectos que conforman nuestra realidad inmediata.


Igor Scalisi

II- La postmodernidad y el ocaso del superhombre

El pensamiento postmoderno y su continua deconstrucción de la modernidad ha afectado profundamente (hasta su misma raíz deberíamos decir) a la figura del superhéroe, puesto en cuestión como ideal absoluto sobre todo a partir de los años 80 y la obra Watchmen de Alan Moore (con claros precedentes en la literatura y el cine). El arte ha centrado su mirada principalmente en este factor que pone en cuestión los valores del héroe y el protector como prolongación de una crítica a los ideales del ser humano. Muchísimas obras han usado la imagen de Superman buscando esta desmitificación y con ella la de la creencia del siglo XX en una modernidad utópica.

Uno de los mejores trabajos en este sentido es el retrato que dedicó al personaje el célebre pintor George Condo. La mirada  tan grotesca como pop del artista, y sus clásicos rostros entre la burla cómica y el expresionismo deformante, chocan con brutalidad con el traje rojo, amarillo y azul que relacionamos inmediatamente al flequillo rizado y el mentón apolíneo de Superman. En Condo todo es satírico y burlesco y ninguna realidad, ni la del propio arte, debe tomarse en serio, una duda metódica payasesca que se inscribe muy bien en la forma descreída que reviste a los mitos en el pensamiento actual.


George Condo

Pero no todas las obras resultan interesantes en esta búsqueda de desmitificación y la mayoría parece anclarse, una vez más, en la espectacularidad de la imagen y un contenido quizás demasiado literal y simple. El máximo ejemplo de ello puede ser  “No One Can Save Us Now”, una escultura de poliestireno y plástico pintado realizada por Mojoko y Eric Foenander. La obra muestra a Superman deshaciéndose y funciona como ocaso del ideal, como perdida de fe, y por su monumentalidad se ofrece también como símbolo del desmoronamiento de los  sistema políticos y sociales occidentales. Al contrario que las viejas estatuas griegas blancas, impolutas e imperecederas, esta nueva imagen parece no resistir el paso del tiempo, derretida por la luz solar, aquello que tradicionalmente es fuente de poder para el héroe.


Mojoko y Eric Foenander

En la misma línea se sitúa Greg Segal cuando retrata en toda una serie al más humano Superman, a la persona que sueña con ser el superhombre (a todos nosotros), proyectado en uno de sus más extremos ejemplos, el de Christopher Dennis, individuo que recorre desde hace décadas las calles de Hollywood encorsetado en el traje del personaje que admira. Identificamos aquí un clásico ejemplo de la influencia que la ficción ejerce sobre el ego y que, bajo una cuidada y un tanto disparatada escenografía, se convierte en retrato de lo mundano enfrentado a nuestras aspiraciones.  El sentido de estos trabajos es el mismo que el de la escultura de Mojoko aunque en esta ocasión trasladado a lo intimo y bajo la impresión de documento real, aunque se trate sin duda de una realidad escenificada en la que el artista devuelve, a través de la ficción, la existencia más pueril a quien ha ficcionalizado su propia vida. Casualmente otra artista, Amina Bech, usó al mismo modelo en su obra I am, I am, I am Superman, título directamente tomado de una canción del grupo rock REM, en la que partiendo de una idea similar indaga de forma mas psicológica en la indefinición de la personalidad que caracteriza nuestro tiempo, con un rostro difuminado por vicios y una actitud  mas documental que escenográfica aunque sostenida en la ficción del traje, podemos contemplar en esta imagen la verdadera y primordial función de los mitos, el asidero que nos protege de la, a veces, jodida realidad.


Amina Bech y Greg Segal (modelo Christopher Dennis)

Una vía alternativa mucho mas legítima a este desencuentro con el superhéroe, la encontramos en el uso de la figura de Superman como icono norteamericano en manos de quienes cuestionan a través del personaje el propio ideal colectivo que el país pretende exportar al resto del mundo. La universalidad de Superman, como síntoma de globalización y de la enorme influencia que los Estados Unidos ejercen sobre costumbres, formas de ser y estar e incluso imaginarios del resto del mundo, puede  reflejarse en los sencillos retratos que el artista chino Moolun realiza a algunos compatriotas uniformados con el clásico traje, en estas maravillosas fotografías el paisaje y tradiciones orientales se mezcla con la mitología norteamericana obteniendo un  fascinante resultado que muestra tanto la occidentalización del milenario país como su cada vez mayor potencialidad como nación. La ilusión de un país que se cree capaz de todo.


Moolun

Mas críticas resultan las fotografías de Dulce Pinzon, artista emigrante en los USA que retrata a sus paisanos disfrazados como los más representativos personajes norteamericanos. Pinzón parece querer hablarnos de la superación e integración del inmigrante (¿acaso no es Superman el inmigrante aceptado por excelencia?) en pos de ayudar a su comunidad de acogida. Sin embargo lo que se desprende de estas imágenes es más bien el sentimiento frustrado de unos ideales utópicos exportados al resto del mundo que chocan de frente con la realidad que el inmigrante encuentra en el país.


Dulce Pinzón

III- La ingenuidad  resistente

La destrucción de los mitos acontecida en la postmodernidad podría parecer un camino solo de ida, sin posibilidad de recuperar  la ingenuidad moderna y, en definitiva, nuestra creencia en el poder de las ficciones, y sin embargo podemos contemplar en los últimos años como el trabajo de algunos jóvenes artistas parece querer recuperar a través de una figura casi paternal, de un pasado añorado en el que los mitos eran algo más que objeto de irónica burla, sino también creencia a través de la representación en un mas allá, entendido este no como espacio supraterrenal sino como asidero del inconsciente al imprescindible valor de las ideas.

La inocencia, lo infantil, parece a veces condición indisoluble asociada a un personaje como Superman, amarrado a un sentimiento cuasi religioso de creencia sin evidencia, de fe no en seres supremos, sino en la idea desarrollada por dos jóvenes con pretensiones de crear al hombre que desearían ser. La artista Kelly Weinghart nos regaló un encantador lienzo titulado simplemente Superman for president, lo que vendría a ser la inocencia expresionista proyectada en el deseo más sencillo y puro, el de ver a tu héroe dirigir el mundo y solucionarlo de una vez por todas, una imagen fruto quizás del desencanto ante el devenir de la política y sus representantes actuales.


Kelly Weinghart

Quizás lo que más diferencia a estos artistas de sus predecesores es que utilizan al superhéroe jugando con su concepción mas primigenia, aquella que apela a ellos como arquetipos del inconsciente personal y colectivo y no solo como representación del bien y del orden establecido o en su contextualización norteamericana, esto es especialmente evidente en las psicológicas obras de John Wentz, de enorme influencia jungiana. En su trabajo, sencillo y claro como si se transportara desde la tabula rasa del primer inconsciente, la infancia tiene un protagonismo importante en el que las mitologías personales propias de la edad reaparecen como elementos constituyentes del self,  En sus lienzos y collages Superman es un ser mitológico al que se apela en forma de conciencia imaginaria y que estructura la propia personalidad, un elemento tan real como el mundo visible.


John Wentz

Y si la niñez tiene buena parte de culpa de nuestra fascinación por el personaje, uno de los ejemplos más hermosos, por lo que tiene de espontáneo, que da fe de ello, lo encontramos en una de las maravillosas fotografías de Ina Ronneberg. De una  sinceridad apabullante, el retrato de un niño termina convirtiéndose casualmente en expresión de esa facultad intrínseca a estos iconos para infiltrarse en el inconsciente colectivo, de aparecer en cualquier lugar con rotunda presencia queriendo significar muchas mas cosas de aquello para las que fueron concebidos. En esta ocasión la mirada a cámara de este jovencito, entre melancólica y desafiante, parece adquirir parte del porte de los personajes que lleva en el pecho a forma de emblema o escudo, como si de un verdadero uniforme superheroico se tratase.


Ina Ronenberg

Otro de los trabajos más interesantes, y engañosos por su apariencia, es la escultura naif y expresionista de David Herbert titulada Beautiful Superman. Como en todas las piezas e instalaciones del artista la figura se sitúa aquí irreconocible salvo por atributos básicos como la capa y el calzoncillo. Los colores desteñidos, la forma de esqueleto y, en definitiva, el aspecto de desecho, podrían aparentar una nueva representación del ocaso del héroe, pero en todos los trabajos de Herbert observamos también un sentido homenaje que revivifica sus figuras aun con pretendida torpeza. El Superman de Herbert parece a primera vista otra defunción del Hombre de Acero, su esqueleto convertido en decoración galerística, pero un vistazo más atento a esta inquietante figura (y al título de la obra) la convierte en un tótem silencioso, un muñeco de Frankestein defectuoso que sin embargo cumple su objetivo como tentativa inevitable, no de defenestrar sino de recrear (torpemente, tal es el sino de nuestro tiempo que se resiste a aceptar la perfección) a Superman, un acto infantil de reciclaje derivado en un personaje de aspecto grotesco y un ídolo, que incluso sin vida aparente y con aspecto de despojo, transmite la belleza del símbolo reconstruido con las propias manos, de una primaria necesidad muy teológica que retrotrae a los crucifijos caseros e incluso a aquellos Cristos románicos de aspecto primitivo y fruto de una veneración autentica y alejada del fetichismo religioso contemporáneo. Herbert se distancia radicalmente de las figuras sobre el personaje que coleccionan muchos de sus fans y, como si de una obra outsider se tratase, esta escultura nos transmite en su fealdad la mas sincera veneración, en su condición de icono casero,  hacia el Hombre de Acero.


David Herbert

Cerraremos el trayecto sin apartarnos de esta línea más reivindicativa de los mitos con una pieza muy reciente, tanto que fue mostrada en enero de este mismo año en la galería 6mas1 de Madrid, obra de la joven Sara Landeta y centrada en la lucha por mantener intacto el idílico mundo de los sueños... No existes, pero necesito creer en ti es un dibujo de Superman realizado con lápices de colores, triturado en 200 tiras de papel y reconstruido con 400 alfileres. Una sencillísima oda a la resistencia, una pieza absurda en su obsesión por recuperar lo irrecuperable, aquello de lo que la posmodernidad, con su “adulta” postura crítica, decide prescindir: la creencia alejada de la razón en el poder balsámico de las ficciones. La virtud de esta pieza estriba en cómo es capaz de llamar la atención sobre la fragilidad de un personaje hecho solo de papel y, a su vez, mostrarnos a través de una ingenuidad tan excesiva que exige ser reivindicada, su capacidad de resistir como idea, manteniéndose siempre necesario.


Sara Landeta

En este recorrido hemos observado como los componentes mitológicos universales que rodean a Superman han entrado a formar parte del arte desde mediados del siglo XX. Su capacidad para empatizar con varias generaciones, su indiscutible poder iconográfico solo equiparable quizás al de Mickey Mouse, su psicodélica fascinación estética y los valores, ingenuos o no, que transmite su mera presencia, han sido caudal de inspiración y reflexión crítica no solo para artistas plásticos sino para escritores y pensadores como Umberto Eco o Slavoj Zizek. Un personaje inagotable y de enorme valor creativo que esperemos siga cautivando a artistas de todo el mundo.

Un artículo de David Mayo para www.supermanjaviolivares.net

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5 comentarios:

  1. Quiero dejar el primer comentario en este post para agradecer al amigo David Mayo el haberme enviado este artículo. Cuesta mucho hoy en día escribir sobre alguna temática de Superman que resulte original o que no se haya tratado, y este texto es un ejemplo de que todavía quedan mundos por explorar. Y por supuesto, de que la cultura, el cómic y el arte van de la mano. ¡Gracias!

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  2. ¡Ay,el Superman derretido! ¡Qué recuerdos! ;)

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  3. Buen articulo. En realidad me gusto.
    Para que después no digan que solo critico.

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  4. Genial entrada, lamentablemente para mi solo la he repasado por encima. Esta noche la leeré como se debe. Mientras tanto quisiera compartir el trabajo de Álvaro Barrios, pintor colombiano que a incluido a Superman en muchas de sus obras.

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    http://3.bp.blogspot.com/-jTQED6yI8_o/ThkVWe6O6OI/AAAAAAAAAWs/meOZx4uwKbI/s1600/Alvaro+Barrios.jpg

    http://www.artnexus.com/ArtPiece.aspx?artpieceid=7245

    http://www.artnexus.com/ArtPiece.aspx?artpieceid=7244



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  5. Me quito el sombrero. Pedazo de post!!
    Gracias David.

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