RESEÑA DE SUPERMAN #20

SUPERMAN #20 (Julio 2013)

Guión: Scott Lobdell
Dibujo: Aaron Kuder
Reseña de Antonio Monfort Gasulla

RESUMEN

La historia comienza con lo que parece ser una escena onírica, en la que unos rejuvenecidos Jonathan y Martha Kent, visitan a Clark en una Metropolis de aspecto futurista y donde además está casado con Lana. La idílica escena se rompe para reanudar la pelea con Orion, que sigue convencido de que para que el universo viva, Superman debe morir. O al menos eso es lo que le ha dicho el muro de las profecías.

La batalla es salvaje al estilo superheroico y parece estar bastante igualada, al menos hasta que interviene Wonder Woman. La llegada de la amazona, que ya conocía a Orion de otros encuentros, marca una tregua entre ambos contendientes, lo que da tiempo al habitante de Nueva Génesis a aclarar mejor las razones de su ataque al Hombre de Acero. Según revela, su temor era que la mente de Hector Hammond, cuyo poder psíquico en continua expansión le había hecho obtener secretos que pondrían en peligro la Tierra e incluso otros mundos, se hubiera apoderado de Superman.

Con la ayuda del lazo de la verdad de la amazona, la consciencia de Hammond es obligada a salir del subconsciente del hijo de Krypton, lo que permite a Orion utilizar la madre caja para “borrar” de la mente del villano los conocimientos más peligrosos.

Sin la presencia de Hammond, las alucinaciones y los comportamientos extraños que rodeaban a Superman deberían desaparecer por completo. Sin embargo, en lo profundo del subconsciente de Clark, desde lo que parecen los restos de la visión de la primera escena, una imagen rota de Lana Lang llama al que había sido su marido.

CRÍTICA

Esto no mejora, amigos. Si la llegada de Scott Lobdell hizo concebir la esperanza de tramas más elaboradas e interesantes para la serie y que ésta tendría por fin una estructura a largo plazo, nos estamos quedando con las ganas. Las historias siguen sin atrapar lo más mínimo, es más, parecen pensadas para enganchar a un lector que como mucho va a comprar un par de números y luego se irá a otra parte. No hay hilo conductor, no hay personajes secundarios, e incluso el tratamiento de Superman es insulso y anómalo. Parece más un follonero en busca de bronca, que el hombre cabal que cabría esperarse.

Poco ayuda esta vez el dibujo. Si el nivel gráfico ha compensado más de una vez los desmanes argumentales de la serie, en esta ocasión Aaron Kuder no está a la altura de lo que una serie titular de Superman merece. Imita la composición de página de Kenneth Rocafort, pero con un estilo de acabado totalmente distinto y que da como resultado un dibujo muy irregular, con dinamismo y buena narración, pero deficiente en aspectos clave como los rostros de los personajes.

En conclusión, seguimos en la travesía del desierto a la espera de tiempos mejores para las series del hombre de acero.

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