martes, 18 de junio de 2013

MI OPINIÓN DE MAN OF STEEL (EL HOMBRE DE ACERO)

Mis compañeros Sebastián Colombo y Juan Carlos Hernández ya han expresado, tanto aquí como en el Facebook, todo lo que podía expresarse sobre El Hombre de Acero sin hacer spoilers. Lo han hecho de una forma perfecta y estructurada y poco más puedo añadir yo que no hayan dicho ya ellos o los cientos de críticas que circulan por Internet desde que se estrenara la película en gran parte del mundo el pasado 14 de junio. Algunas, debo decir, para mí no tienen ningún sentido y dan la sensación de que hay algo, o alguien, o un grupo de álguienes que, quizá asustados por lo que se les viene encima, han influido y pagado para que la película reciba palos por parte de la crítica especializada. A buen entendedor, pocas palabras bastan.

Así pues mi comentario va a ser algo visceral. Lo voy a escribir con los dedos, pero es mi corazón el que me dicta las palabras. Pero ¿qué se puede decir cuando las palabras no son suficiente? Intentaré ordenar pensamientos...

Al igual que muchos de vosotros, llevo esperando esto toda mi vida. Nací en 1981 (tranquilos, solo es un dato, no os voy a contar mi biografía) y por lo tanto no llegué a ver Superman: The Movie en cines. Ni la secuela. Ni la tercera entrega. Mi primer contacto cinematográfico con el personaje en una sala de cine, concretamente en el ABC Park de Valencia en 1988, fue con Superman IV. Y pese a las enormes carencias de aquella película, salí del cine queriendo volar y deseando encontrarme a un tipo rubio con peluca y traje de drac queen para pegarme con él en la Luna. Nunca ocurrió, claro... Pero Superman estaba ya en mi sangre y ahí se quedó.

Resumiendo mucho, tuve que esperar casi 20 años para volver a repetir una experiencia similar. Vi a Superman en el cine por primera vez siendo un niño sin preocupaciones y lo volví a ver cuando ya era un tío casado, con hipoteca y dos trabajos. Y sí, disfruté. Superman es Superman y, para mí, Superman Returns fue una gran película que marcó ese momento en el que volvimos a soñar con que era posible que el Hombre de Acero conquistara al público. Pero fracasó. Y nos quedamos de nuevo solos.


Hace pocas horas he vuelto a sentarme en una sala de cine para repetir la experiencia por tercera vez en mi vida. En una sala llena, en el centro de España, tras un photocall por el que han desfilado diferentes personalidades del famoseo español y finalmente Henry Cavill, Russell Crowe y Zack Snyder, el director español Juan Antonio Bayona ha hecho la presentación de la película. Pero de esos actos previos a lo que es la propia película ya os hablaré en otro post. Ahora me centraré en la película. 

Como decía, la sala estaba completamente llena, pero la verdad, todo el mundo en ella era prescindible para mí salvo un puñado de personas que me acompañaban, grandes amigos y compañeros de la web. También había una gran ausencia, la de mi mujer, Miriam, que por trabajo no ha podido venir conmigo en esta ocasión pero que ha estado ahí en mi corazón, como siempre. Ella también me lleva acompañando (y sufriendo) en este viaje desde que lo empecé y hubiera llorado viéndome disfrutar, estoy seguro. 

A las 22:00, las luces se apagaron. Un escalofrío recorrió mi cuerpo sentado en la butaca del cine Capitol. Tuve que respirar hondo cuando empezaron a aparecer los logos de DC, Legendary y Syncopy. ¿Era cierto? ¿Iba a empezar El Hombre de Acero? Casi me daba miedo que empezara, porque eso significaba que también iba a terminar dos horas y 20 minutos después, y yo no quería que terminara. Porque fuera como fuera la película, buena o mala... cambiaría mi vida. Como si fuéramos partícipes del mismo sentimiento, Juan Carlos, Alberto, Antonio, Alejandro y Boro nos dimos la mano. Era el final de un viaje. 

Asustado, empecé a verla. A observarla. A meterme dentro de ella. Empecé a darme cuenta de lo distinta que es a nada que hubiéramos visto anteriormente de Superman. No voy a hacer ningún spoiler, ni uno solo, os lo juro. Tan solo diré que lloré dos veces durante la primera hora, y en concreto una de las escenas me partió el corazón. Y sí, sé que estoy muy subjetivado por lo que esta película representa para mí, para nosotros, pero es que hay ciertos momentos en los que es inevitable sumirte en el sufrimiento de ese niño, ese chico o ese hombre que no es capaz de encajar. Alguien capaz de las más grandes proezas pero incapaz de conocer el amor, la amistad, la integración. ¿Cómo se puede ser un dios y a la vez un marginado? La primera parte de la película nos lo explica como un libro. Y la veas en 3D, en 2D o en una pantalla de 14" en blanco y negro, Clark Kent es uno de los personajes más tridimensionales de la historia del cine de superhéroes. Rico en matices, en emociones, en sentimientos. Todo eso y más transmite Henry Cavill apoyado por los fantásticos secundarios (gracias, Kevin Costner, porque un gesto tuyo ha valido más que mil palabras de otros muchos actores; aún tengo ganas de llorar recordándolo, maldita sea) y por las situaciones en las que el guión de Goyer los coloca a todos.


También basta ver los primeros minutos para darte cuenta de que el montaje es único. Zack Snyder ha editado la película del mismo modo que Hans Zimmer ha compuesto la banda sonora: a golpe de percusión. Las escenas se suceden con vertiginosa rapidez, siendo, en este primer visionado, lo único que me ha parecido ligeramente discordante. Estamos en un sitio y de pronto ¡¡pam!!, estamos en otro. En un par de momentos he notado que, al menos yo, necesitaba otra escena de transición entre una y otra. Como si faltara algo que las uniera. 

En cualquier caso, esa "prisa narrativa" está completamente al servicio de la historia. Snyder quería sacar a Superman enseguida, y teniendo en cuenta que se trata de una historia de origen, las explicaciones le hubieran robado un tiempo precioso. Así que esa parte se solventa rápida y eficazmente, poniéndonos enseguida todas las cartas sobre la mesa. 

Y la principal carta de todo este tinglado es la ACCIÓN. Ya lo dijo mi amigo JC en su comentario, pero le doy toda la razón: ver El Hombre de Acero es una experiencia agotadora. La película no es que tenga un clímax: es que la última hora es un tour de force brutal, lleno de los mejores combates, acción destructiva y superpoderes variados que os podáis imaginar. Los efectos visuales son de primerísima calidad. Quizá (y este podría ser el segundo y mínimo fallo) tanta velocidad en los vuelos y movimientos de los kryptonianos llega a saturarte, pero también está maravillosamente compensado con otros planos en los que los poderes se muestran de forma mucho más pausada y espléndida. Nada que objetar. Hay fuerza, poder, y realismo en cada golpe. Y desde luego lo que vemos en pantalla es, como decía Snyder, un fiel reflejo de cómo quedaría una ciudad si dos seres de Krypton se dieran de palos en ella. Olvidaos de Superman II y ese combate de Zod, Ursa y Non contra Superman. Aquí se os van a cuartear los ojos de tan abiertos que los tendréis.

Pero si bien la acción es realmente brutal (pero no sabéis hasta qué punto), el desarrollo de los personajes no está descuidado. Algunos más, otros menos. Las relaciones entre algunos de ellos os sorprenderán, así como algunos giros que se han establecido en este reinicio. El argumento tiene puntos muy fuertes y algunos diálogos están cargados de épica. Por lo general, argumentalmente no podemos considerarla sorprendente porque podemos, más o menos, saber la línea por la que va a discurrir la película. Pero ojo, porque esto no es malo. Y además, os aseguro que también tendrá, como mínimo, dos cosas que os sorprenderán mucho.

El romance Lois-Superman tan cuestionado es una delicia, señores. Ignorad la crítica especializada (puagh) y haced caso a lo que veáis. Cariño, complicidad, conexión, química, preocupación, tonteo... Lois se derrite cuando ve a Superman. Y Superman se desvive por ella. Quien critica eso o critica el personaje de Lois, no ha visto la misma película que yo.



El villano principal, Zod, es tal y como me imaginaba. No es un villano de opereta. Efectivamente su motivación es creíble, lógica y patriótica. Y sus diálogos y la interpretación de Shannon es fascinante.

Me reservo mi opinión sobre el final de la película para cuando la hayamos visto todos, y entonces os hablaré largo y tendido sobre eso y sobre otros aspectos sin miedo a hacer spoilers. Solo os diré que tenía mucho miedo a una cosa y, después de verla dentro de contexto, la he entendido. Pero eso no significa que me sienta cómodo con ella. Ya profundizaremos en esto.

La banda sonora cumple su cometido sobradamente, acompañando a la perfección cada escena y sonando épica, atronadora o sentimental cuando corresponde. Zimmer no ha compuesto una melodía; prácticamente ha creado un personaje más y un elemento más de la acción.

Como conclusión, y para evitar el riesgo de terminar cayendo en los spoilers, os hablaré del que era probablemente el mayor miedo de todos: ¿daría Henry Cavill la talla como el hombre de acero? Estad tranquilos amigos. Henry Cavill ha nacido para interpretar a Superman. Y lo hace no solo amparado en un físico y una presencia brutal con el traje, sino en un muy buen registro interpretativo que nos muestra sobre todo durante la primera parte de la cinta. Porque una vez que es Superman, solo ves a Superman y dejas de ver a Cavill. Y eso es impresionante.


Así que terminaré esta crítica sin spoilers diciéndoos que El Hombre de Acero no es una película perfecta porque probablemente eso no existe; podemos atribuirle algún defecto, bien sea la edición, la velocidad, o algunas pequeñas tonterías sin importancia. Pero es una película audaz, original, diferente, con un Superman como nunca habíamos visto antes y totalmente contemporáneo. Una amalgama de lo mejor del cine de ciencia ficción (con un momento de auténtico terror), buenas interpretaciones (algunas MUY buenas), referencias e ideas extraídas de algunos de los mejores cómics del personaje (ejemplo: Superman Legado, Tierra Uno, Nuevo Krypton, lo mejor de John Byrne o hasta Por el mañana) y la mejor acción que podéis soñar. No se me ocurre mejor forma de reintroducir a Superman en el siglo XXI. Ha rebasado mis expectativas.

Mi nota: 9/10

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