RESEÑA DE SUPERMAN #19 (SUPERMAN REBORN PARTE 3 DE 4)

SUPERMAN #19  (Mayo 2017)

"SUPERMAN REBORN - PARTE 3 DE 4"

Guión: Peter Tomasi y Patrick Gleeson

Dibujo: Patrick Gleeson con tinta de Mick Gray

Reseña de Antonio Monfort

RESUMEN

Mr. Mxyzptlk ya ha conseguido que Lois se olvide de la existencia de su propio hijo, Jon. Presionado por Superman, el duende accede a uno de sus juegos. Si Superman consigue alcanzar la cima de un edificio imposible, recuperará a su hijo. De lo contrario, él y Lois quedarán atrapados para siempre en la quinta dimensión.

En el proceso de establecer su juego, Mxy revela a Superman algo inesperado; que en un momento determinado del pasado, su esencia fue dividida en dos. Una parte, la roja, estaba en el Superman del N52 y otra, la azul, reside en el Superman casado que viene de otro universo. Quién fue el culpable de esta división permanece en el misterio, pero sí que sabe que al morir el Superman N52, su esencia fue a parar a Lana Lang convirtiéndola en Superwoman. Esa energía además ha sido liberada recientemente por Lana.

Precisamente esa energía es la que encuentra el pequeño Jon, que sigue atrapado por Mxy y rápidamente reconoce como una versión de sus propios padres.

Ahora que Superman está muy cerca de caer en la trampa de Mxy y olvidar a Jon, parece que será el Superman y la Lois Lane del N52 quienes tendrán que acudir a su rescate.

CRÍTICA

Si los dos anteriores números de esta saga sorprendían por el poco contenido que tenían, en este DC tira por el lado contrario y nos suelta varias bombas que merecerían al menos un cuaderno entero para cada una de ellas.

Quizá la más relevante sea la confirmación de que el Superman N52 y el Superman post crisis que hemos estado leyendo no son sino el mismo hombre de acero cuya esencia, por motivos aun por revelar, fue dividida en dos. La esencia “roja” (sea lo que sea eso) conformó el Superman impulsivo e irascible del N52 y al morir éste, pasó a Lana Lang que ha ejercido de Superwoman estos últimos tiempos. Precisamente en Superwoman #8, podíamos ver como Lana devolvía dicha esencia roja a Lois y Clark, lo que hasta cierto punto explica la aparición de los personajes N52 al final de esta entrega que nos ocupa.

Por el otro lado el “Superpapá” que protagonizó Convergence, la miniserie Lois y Clark y las series regulares desde que empezó Rebirth, es el poseedor de la “esencia azul” (sí, tampoco tenemos ni idea de qué demonios significa eso) y de hecho, si repasamos sus apariciones nos encontramos como en varias ocasiones una misteriosa energía azul ha tenido presencia en sus aventuras (Superman Rebirth Special, Superman Annual 1 y por supuesto, la primera entrega de esta saga en Superman 18).

Lo del Superman rojo y Superman azul es, por supuesto, un homenaje de la historia clásica (imaginaria) del Superman #162 en 1963, que ya tuvo su versión moderna en 1998 con la saga del Superman eléctrico, quien también acababa dividido en dos mitades una roja, y la otra azul.

Hasta ahí todo bien, pero lo verdaderamente relevante es que nos acaban de decir que el Superman N52 no era “otro” Superman, sino que era tan auténtico como el primero y que por tanto sus aventuras son tan de Superman como haga falta. O dicho de otro modo, la misma estrategia del todo es válido que Geoff Johns ha aplicado siempre a sus reinicios de personajes.

Semejante revelación viene huérfana, ya que no sabemos exactamente cuándo ni por qué ocurrió tal cosa o menos aún quien fue el responsable. Mxyptlk está por supuesto dando mal en esta saga, pero el duendecillo admite que semejante lío no fue cosa suya, así que la identidad del culpable sigue en el aire. ¿Será el mismo Mr. Oz que parece articularlo todo desde las sombras? Vaya usted a saber. Pero de lo que sí parece culpable el duendecillo impertinente es de los borrados de memoria en Lois y en el propio Superman, así como de que todo el mundo ya esté convencido de que Clark y Superman no son uno y el mismo.

¿Y a qué nos lleva todo esto?  Pues a un evidente nuevo estatus del personaje que a falta de concretarse en el siguiente número apunta a un back to the basics en toda regla. Lois y Clark en el Planet, como toda la vida de Dios, recuerdos alterados o fundidos entre el N52 y el otro Superman, y lo más intrigante: ¿cuál será el papel del pequeño Jon en este nuevo status? La cosa no pinta muy halagüeña para él, pero tranquilos, que DC tiene planes para la criaturita, y de un modo u otro encajará en todo este lío.

El dibujo sigue la pauta habitual en Patrick Gleeson y por tanto de otras entregas de esta serie. Mucho dinamismo, gran expresividad en primeros planos y mucha personalidad propia en un dibujo de altura. La estructura de este guión plagado de momentos imposibles made in Mxyptlk, hace que el dibujante pueda lucirse con composiciones de página ilógicas y espectaculares que reflejan la locura del mundo del duende, al tiempo, eso sí, le complican la vida a la hora de narrar con un cómic plagado de conceptos ambiguos y por tanto difíciles de visualizar.

Con todo este pifostio, decir que este cómic es capital para entender como están hoy en día las cosas con el hombre de acero en los cómics, es quedarse corto, lo que no es lo mismo que decir que sea una gran historia o que esté magistralmente contada. Si en las primeras entregas sobraban páginas a tutiplén, aquí faltan aún con más desesperación y es que estamos ante una historia condicionada por directrices editoriales que van más allá de los guionistas Tomasi o Jurgens. El misterio que rodea a Superman conecta con el misterio Rebirth en general y ese es un melón que en DC no tienen ninguna prisa en abrir.

Eso hace que aquí se nos queden colgados demasiados interrogantes y que cosas que requerirían una pausa y un desarrollo importante queden solo como una anécdota o se pase por ellas de puntillas. La historia particular se resiente por tanto, pero en este género este tipo de historias, buenas, malas o regulares acaban trascendiendo su momento y convirtiéndose en referencia inevitable a la hora de contar la trayectoria del personaje.

Superman Reborn, a todas luces, va a convertirse en uno de esos referentes y aunque no estemos hablando de una obra que dentro de treinta años la descubramos inmune al paso del tiempo, sí al menos hace que este viaje valga la pena.

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