RESEÑA DE SUPERMAN #8 (DICIEMBRE 2016)

SUPERMAN #8 (Diciembre 2016)

"ESCAPE DE ISLA DINOSAURIO" (PARTE 1)

Guión: Peter J. Tomasi y Patrick Gleason
Dibujo: Doug Mahnke y Jaime Mendoza (color: Wil Quintana)
Reseña de Javi Olivares

RESUMEN

Mientras trabajan en el proyecto de ciencias de Jon en la Fortaleza -un platillo volante que Jon imaginó en un sueño-, Superman y su hijo se ven sorprendidos cuando el objeto comienza a volar sin haberlo programado y se transforma en una suerte de Madre Caja que transporta a padre, hijo y perro a lo que parece ser una isla desierta del Pacífico con restos de la Segunda Guerra Mundial y signos de estar anclada en una época anterior.

La misteriosa isla se vuelve cada vez más inquietante. Superman no consigue escuchar nada con vida con sus supersentidos, y monstruosas criaturas prehistóricas atacan al trío de “súpers” en el mar y en el aire, teniendo que librarse los tres como pueden sin hacerles daño.

Sin dejar de buscar el aparato que los ha transportado allí para tratar de usarlo como billete de vuelta a casa, Superman, Jon y Krypto dan con una cueva llena de armamento abandonado y dentro de la cual hallan en la pared una inscripción de uno de los oficiales militares que estuvo allí. Algo terrible mató a sus hombres, y Superman comprende que apenas han comenzado a atisbar el misterio que encierra esa isla.

CRÍTICA

Me he enamorado de este número. Flechazo instantáneo, lo admito. Y es que con la de veces que habremos hablado por aquí de esa necesidad de DC de un “back-to-the-basics”, de un regreso a la carne con patatas de antaño, aquí tenemos hoy una ración de bistec del bueno con patatas bien fritas. Y claro está, se devora a gusto y te deja bien alimentado y satisfecho.

Este cómic podría resumirse en “Superman, su hijo y su perro visitan un trasunto de Isla de la Calavera”, sí, esa donde vive King Kong entre dinosaurios y serpientes gigantes. Y podríamos pensar que es una tontería de argumento que no se tiene en pie, pero… funciona, y no sabéis cómo. Por muchas razones. La principal, porque está muy bien escrito y tiene una narrativa pura de cómic de superhéroes. Seguimos con que Superman se comporta, actúa, habla y piensa como debe hacerlo Superman; atento a que su hijo no vea cadáveres, preocupado por no hacer daño a un pez gigante al salir de su panza después de ser engullido, y manteniendo en todo momento una actitud tranquilizadora y de sereno liderazgo. También las relaciones entre los personajes están portentosamente escritas, tanto la de padre-hijo, como la de hijo-perro, componiendo personajes cada vez más sólidos y definidos. Y por último el propio decorado de la acción, esa isla totalmente fuera de lugar en la que tan pronto encuentras un tanque tirado como te sale una bandada de enormes pterodáctilos, le da un toque muy de serie B, casi de ciencia ficción setentera, a una historia de superhéroes. Y como os decía, funciona de maravilla.

Y luego tenemos el dibujo, claro. Si además de haber recuperado el estándar del personaje le sumamos a esta nueva etapa Rebirth el hecho de que los equipos artísticos aúnan calidad y continuidad, la sensación para el lector de Superman no puede ser más agradable. Mahnke está sencillamente prodigioso en estas páginas, regalándonos un dibujo maravilloso en un cómic en el que el background -la isla- es casi más importante que los propios personajes.

En definitiva, después de 8 números la colección que lleva el nombre de nuestro personaje favorito no solo no decae, sino que mejora progresivamente. Ganas, muchas ganas de ver cómo continúa el misterio de esta isla, que de momento no ha podido tener un arranque más prometedor. 

¡Dios, cómo me gusta leer otra vez cómics de Superman que parecen cómics de Superman!

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