sábado, 12 de abril de 2014

RESEÑA DE SUPERBOY #29

SUPERBOY #29 (Mayo 2014)

Guión: Marv Wolfman
Dibujo: Andres Guinaldo
Reseña de Antonio Monfort

RESUMEN

A finales del siglo 30, en otro mundo, el nuevo Superboy Jon Kent sigue jugando a un juego a tres bandas. Por un lado, convence a los Titanes de que se quedará en el futuro para curar su inestabilidad genética y de paso ayudar a aquel mundo a acabar con los ataques terroristas que están causando estragos con sus nuevos aliados a quienes empieza a llamar “Legión”.

Así los héroes juveniles abandonan aquel mundo futuro sin saber que ha sido realmente Kent quien ha provocado los ataques terroristas en primer lugar. En cuanto a la mencionada “Legion”, Schiz, Volt y Rokk, están convencidos de que los ataques son necesarios para armarse y colaborar así a la causa de combatir metahumanos, objeto para el que fueron creados. Con esta meta en el pensamiento, los clones aceptan quedarse en el futuro y que Superboy sea llevado al presente por Harvest, donde empezará a cambiar la historia y creará un nuevo mundo futuro, sin metahumanos, que ellos supervisarán.


Pero Superboy aun tiene otro plan y es que llegado el momento, piensa traer a la Legion del futuro para rebelarse contra Harvest y llevar a cabo sus propios planes. Con todos sus aliados engañados y todas las piezas en su lugar, Superboy se deja llevar por Harvest a través de la corriente temporal y acaba en Times Square en este 2014. Una nueva etapa en su historia va a comenzar…

CRÍTICA

Resulta muy difícil pensar que un cómic como el que acabamos de leer, está firmado nada menos que por Marv Wolfman. A tenor de algunos de sus últimos trabajos, no se puede decir que el maestro esté en su mejor momento, pero parece evidente que poca libertad y menos oportunidades ha tenido en esta colección que abandona, cuando prácticamente acababa de llegar. Todas las tramas del maquiavélico Jon Kent engañando a diestro y siniestro y el trasunto de la “Legión de Superheroes” que se ha estado formando, podrían llegar a tener su gracia si se hubieran dado en un contexto más cotidiano y reconocible. El lastre que supone la ligazón de la serie con los Nuevos Titanes lleva a que los argumentos de esta colección tengan que desarrollarse en paralelo y a la sombra de aquella, sin disfrutar de verdadero espacio donde desarrollar unas historias que hubieran podido llegar a ser interesantes, pese al difícil bagaje argumental que arrastra esta colección.

Si a esto le sumamos el pobrísimo aspecto visual de estos números, ya podemos hacernos una idea de dónde estamos. Poco, muy poco de bueno se puede decir del dibujo de Andrés Guinaldo en esta serie y que en este número parece caer aun más bajo que en los anteriores. Al igual que ocurre con el guionista, podemos intuir que ciertos condicionantes editoriales, además de un pésimo entintado, deben afectar al trabajo de este artista que esperemos por el bien de su carrera pueda hacer trabajos mucho mejores que el que aquí desarrolla.

Se cierra por tanto la etapa (¿se puede llamar etapa a cuatro números?) de Wolfman y Guinaldo, a quienes les ha tocado trabajar en una colección difícil, llena de limitaciones y en la que parece evidente no han tenido la oportunidad de desarrollar su talento. A partir del número 30, queda en manos de Aaron Kuder y Jorge Jiménez la ingente tarea de conseguir que Superboy sea una serie que merezca la pena leer. Toda la suerte del mundo para el nuevo equipo creativo, que les va a hacer falta.

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