RESEÑA DE SUPERBOY #27

SUPERBOY #27 (Marzo 2014)

Guión: Marv Wolfman
Dibujo: Andres Guinaldo
Reseña de Antonio Monfort

RESUMEN

Jon Kent se encuentra atormentado por los poderes mentales de Schiz, la mujer demente que se ha visto obligado a liberar del laboratorio donde estaba contenida. Cuando está a punto de sucumbir bajo su aplastante capacidad de control mental, Superboy es rescatado por Raven, quien le confiesa que sabe que no es Kon El, si bien, no piensa revelar el secreto a los Titanes. Estos aún son útiles para sus objetivos y no piensa dejar que el nuevo Superboy les cause ningún daño.

Jon entra en cólera e intenta liquidar a Raven, pero ni siquiera puede llegar a tocarla. La hija de Trigon afirma tener objetivos comunes con él, pero no revela cuáles son estos.

De vuelta a la civilización, Superboy tiene un nuevo enfrentamiento con Schiz, pero en esta ocasión, la mujer le confiesa que ella no es sino parte de un ejército creado a su imagen y semejanza con el objeto de combatir metahumanos. Estos seres acabaron siendo perseguidos y atrapados y ahora apenas quedan un centenar de supervivientes, dispuestos a combatir al lado de Jon Kent contra los metahumanos.

En otro lugar, Raven sonríe. Sus planes para que Superboy liberara a Schiz han funcionado mucho mejor de lo que esperaba y el resultado no puede sino ser provechoso para el gran Trigon.

CRÍTICA

Desconcertante episodio de una serie esta que parece empeñada en no bajarse de lo incomprensible. El nuevo rumbo que han tomado las historias de Superboy no deja de ser excesivamente deudor de la presencia del protagonista en la serie de los Titanes, convirtiendo a ésta en una especie de complemento de aquélla que no puede volar por sí solo.

Así, la presencia de Schiz, los planes de Raven y el mismo desarrollo del argumento en el siglo 30 vienen directamente de aquella serie y hacen muy difícil para alguien que no sea lector de la misma entender que está pasando en estos cómics. Por si fuera poco, el argumento de la historia, si bien más sólido que en otros momentos de la serie, utiliza conceptos tan ajenos y está situado en un contexto tan estrambótico y a la postre tan vacío, que hacen muy difícil que al lector le interese algo de lo que le pasa a este “Superboy” convertido en un repelente Pierre Nodoyuna que de momento interesa casi nada. Poco, muy poco, se puede notar aquí del Marv Wolfman que creo a la propia Raven y que escribió una de las mejores series de la historia de DC, y es que no deja de ser un buen reflejo de lo que hoy en día es DC Comics el hecho de que un maestro como Wolfman tenga que escribir argumentos supeditado a lo que haga alguien como Scott Lobdell. Sencillamente aterrador.

Por lo que respecta al dibujo, la cosa mejora. Bien es cierto que lo mejor sigue siendo la portada de Rapmund, Sandoval, y Sinclair, pero los dibujos interiores de Andres Guinaldo aguantan el tipo mejor que en otras ocasiones. Algunas figuras parecen de plastilina y algunos rostros parecen desplazarse libremente dentro de la cabeza en la que están dibujados, pero si no tenemos el día muy exigente, hay que reconocer en este autor una cierta mejoría y suficiente como para conseguir que el dibujo no sea ni mucho menos el mayor problema de este cuaderno.

Solo nos queda ver cómo evoluciona este Superboy y cómo le afectara la anunciada cancelación de la serie actual de los Titanes. ¿Servirá para conseguir más independencia y mejores arcos? ¿Aguantará Wolfman lo suficiente como para aprovechar esa libertad si es que realmente la consigue? ¿No da pena que la respuesta a esas preguntas sea más intrigante que lo que ocurre en el interior del cómic?

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