Cuando un film de la magnitud que debería haber tenido Justice League no sale como se esperaba, es lógico que todo el mundo busque responsables. Hablamos de un blockbuster en el que el estudio invertía mucho dinero y muchas expectativas de futuro, y que lejos de haber sido el éxito que se pretendía, se hizo conocida por ciertos aspectos que nada tuvieron que ver con el propio film, con su historia o sus personajes. Como la marcha de Zack Snyder, los reshots de Joss Whedon, y sobre todo el tan comentado bigote de Superman borrado digitalmente y que dejó al personaje con un aspecto extrañísimo y desconcertante a ojos de cualquiera, supiera o no que en esa mancha borrosa que le dejaron a Henry por boca, había habido un bigote. La cuestión es que algo se notaba perturbador y molesto.
Obviamente, para la mayor parte del público estos aspectos son desconocidos, y su opinión del film no fue contaminada por los detalles del despido/abandono de Snyder, la incorporación a última hora de Whedon y todo el culebrón que nosotros conocemos de los reshots y el bigote de Cavill. Pero aun sin ese conocimiento, la película no funcionó para el público general, y lo que debería haber sido la gran película de los héroes de DC Comics, se quedó como un film lleno de parches y con una recaudación tibia.
Todo el mundo sabe la causa, al menos la que nos hicieron saber, de por qué el director Zack Snyder (hasta aquel momento, maestro de ceremonias del universo DC en el cine) no terminó la postproducción de la película. Su hija, Autumn, se suicidó, y el director emitió un comunicado avisando de que dejaba la fase final de la película en manos de Joss Whedon (de quien hablaba maravillas y decía confiar ciegamente) para estar donde se le necesitaba, que era con su familia. Todo el mundo lo entendió y lamentó la pérdida personal del director, que debía estar sintiendo un dolor que solo alguien que sea padre puede llegar a imaginar. Pero el fantasma de la duda empezaba a planear sobre Justice League, que pocos meses antes de su estreno, se quedaba huérfana de padre.
Pero muy pronto, empezó a dar la sensación de que la tragedia familiar de Snyder había sido una excusa para que el director abandonara el barco de forma elegante y por la puerta grande, pero que en realidad enmascaraba los verdaderos motivos de su partida. Los mentideros de internet e incluso medios de comunicación reputados, se hicieron eco de que el primer montaje sin terminar de la Justice League que Zack mostró a los ejecutivos de Warner, les había parecido… desastroso e imposible de estrenar. Se hablaba de que todo iba en la misma línea que Batman v Superman, con el mismo tono, incluso más dramático y extremo. En Warner, según cuentan, había comenzado a cundir el pánico ante un producto del que esperaban que fuera el mayor éxito de su franquicia de superhéroes y que conectara con el público como no había logrado la anterior, y que, a tenor de aquella versión burda e inacabada, iba a ser todavía menos aceptada. Había que hacer algo, así que invitaron a Zack a marcharse y, al mismo tiempo, invitaron a Joss Whedon (conocido por un estilo mucho más ligero y divertido) a retocar la película a su antojo, algo para lo que iba a necesitar realizar no pocos reshots. Se convocó a los actores, cada uno desperdigado por el mundo y enfrascado en sus diferentes proyectos. Algunos, incluso acusaban notables cambios físicos y habían cogido kilos de más. Otros, como ya es tristemente célebre, lucían poblados bigotes por exigencias de sus nuevos trabajos. Y todo esto se notó, y mucho, en el montaje que llegó a los cines, que cambiaba constantemente de look y que en una misma escena mostraba personajes con grandes cambios físicos, de vestuario y de localización, dando la impresión (completamente acertada) de que la película se había terminado a la carrera para enviar a los cines cualquier cosa y que saliera el sol por Antequera.
Y así, sin saberlo, estaba naciendo la leyenda del Zack Snyder’s Cut…
Pero después de un tiempo, cuando el film se estrenó y comenzaron las críticas y las bromas, Snyder rompió su silencio de meses y comenzó a prodigarse en su red social favorita, la exclusiva Vero, en la que fue compartiendo no pocas fotografías del rodaje o de los protagonistas de Justice League (y en la que también ha estado dando numerosas explicaciones y detalles sobre Batman v Superman), acompañadas de textos en los que casi siempre podía leerse entre líneas una puya a la película. Aquellos posts destilaban resquemor, se notaba que Snyder estaba dolido y que no perdía oportunidad de soltar un pequeño ataque contra todo lo que había rodeado Justice League. Como alguien a quien le has quitado su juguete para dárselo a otro y solo ha podido ver, desde el rincón, como el juguete acababa hecho trizas.
Pero la historia siempre nos ha enseñado que, ante las grandes tragedias, el ser humano siempre busca el consuelo de lo intangible. Encomendarse a poderes más altos y abrazar la fe es algo tan antiguo como el hombre, que desde sus albores ha adorado el Sol o la lluvia y ha ido adaptando sus creencias hasta nuestros días. Y en todo este asunto de la Justice League, apareció, como de la nada, un nuevo Santo Grial que buscar: el Zack Snyder’s Cut.
Los simpatizantes del #ReleaseTheSnyderCut buscan también comparar lo ocurrido en Justice League con Snyder y Whedon, con lo ocurrido hace 38 años con Superman II, que fue terminada por Richard Lester después de que Richard Donner fuera despedido por los productores Alexander e Ilya Salkind. Superman II sí tuvo en 2006 un Richard Donner’s Cut que cambiaba sustancialmente el film y que se aproximaba a la visión que Donner tuvo en su momento para la película, pero que, en palabras del propio director, tampoco era exactamente “su” película, sino la versión más parecida que podía montarse con el material rodado (un 75% del film fue rodado por Donner simultáneamente a Superman The Movie) y con las limitaciones que ello conllevaba. Con todo y con eso, el montaje del director de Superman II tardó 26 años en ver la luz, y hablamos de un Superman que tiene estatus de película de culto. No es el caso de Justice League, claro.
De todos modos, nada de lo que os he contado está escrito en mármol. No tengo la verdad absoluta ni pretendo tenerla. Y no por el hecho de no creer en la existencia de una versión pura de Justice League de Zack Snyder, soy detractor de la misma. No odio a Zack Snyder, ni le pongo velas a Joss Whedon, ni viceversa. Y, demonios, si algún día llegara a salir a la luz el Snyder Cut, me lo compraré, lo veré, y lo juzgaré por mí mismo. Pero creo que flaco favor nos hacemos los fans al pretender boicotear un universo cinematográfico que apenas ha comenzado, solo por afinidad con un director y con un producto que ni siquiera sabemos si existe. Yo, al menos, elijo mirar hacia adelante y disfrutar de un futuro que, aunque incierto, se me antoja optimista, y dejar el pasado en el pasado, habiendo aprendido de sus errores para no repetirlos. Esa, es mi elección. No tiene porqué ser la tuya.
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