sábado, 7 de febrero de 2015

RESEÑA DE JUSTICE LEAGUE #38

JUSTICE LEAGUE #38 (Marzo 2015) 

Guión: Geoff Johns
Dibujo: Jason Fabok
Reseña de Antonio Monfort

RESUMEN

La amenaza representada por el virus Amazo no hace sino empeorar mientras la Trinidad del Universo DC tiene verdaderos problemas para detener al llamado “paciente cero”, alguien sin el cual encontrar una cura para el letal virus parece imposible. Para empeorar las cosas, el Hombre Murciélago ha sido infectado y la enfermedad progresa en el rápidamente. Sin embargo, el segundo estadio de la misma en el que son adquiridos poderes metahumanos resulta ser fundamental para ayudar a Superman y Wonder Woman a detener a su poderoso objetivo.

De regreso a la instalación de campaña donde yacen los infectados, el Capitán Frío ha detenido a otro mercenario dispuesto a acabar con Luthor, dejando al empresario más ansioso que nunca de respuestas. Desgraciadamente, el paciente cero no resultará de la ayuda esperada y ahora Lex quiere una muestra de la sangre de Superman. El antiguo villano no tiene más remedio que confesar que desarrolló originalmente el virus para dejar indefenso al Hombre de Acero, pero éste desarrolló anticuerpos que hicieron inútil la infección. Pese a la ira del superhéroe, todos saben que esa es la mejor opción para intentar detener el virus. Sin embargo, algo más ha ocurrido. El virus parece haber tomado consciencia de sí mismo y es capaz de expresarse a través de los cuerpos de los infectados.


CRÍTICA

Episodio más flojo este mes en una saga que con todo, sigue siendo interesante. Aunque el episodio que nos ocupa vale para poco más que para que los personajes pasen de A a B, Johns emplea recursos no demasiado sofisticados pero eficaces para mantener el interés. Abandonada la excusa del paciente cero como vehículo para la acción, ahora parece que la saga se dirige a convertirse en una historia de muertos vivientes de las que parecen ser del gusto de todo el mundo en nuestros días. Está por ver el partido que de ello va a sacar el guionista estrella de la casa, pero al menos no se le puede negar que consigue que la saga siga siendo vibrante y su interés no decaiga.


En cuanto al dibujo, Fabok sigue soberbio, si bien en este episodio le queda menos espacio para el lucimiento que en los anteriores y no puede regalarnos ninguna de las magníficas escenas de acción que veíamos en entregas anteriores. Con todo, su expresividad en los rostros, el detalle de sus fondos y su dinámica narrativa hacen que poco pueda reprocharse a la que sigue siendo una de las mejores si no la mejor serie de la compañía en nuestros días. Confiemos que este nivel siga manteniéndose.

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