En los años noventa, la saga de
La muerte de Superman y la posterior El Reinado de los Superhombres, nos regalaron la que probablemente sea para muchos (como quien os escribe estas líneas) la mejor etapa del hombre de acero en los cómics. Tras la muerte de Superman en un combate terrible contra el monstruo Doomsday, implacable, misterioso y brutal, llegaría ese período en el que cuatro seres clamarían ser el auténtico Superman regresado de entre los muertos. Pero el auténtico Superman estaba en otra parte, en una resucitación progresiva que culminaría con su regreso (con nuevo look incluido) y que daría pie a un clímax absolutamente apoteósico y con consecuencias a largo plazo ya no solo para él, sino para todo el universo de DC Comics.
Adaptar esta historia a animación, no era por tanto baladí. Ya hubo un intento, hace unos años, que se materializó en la forma del film
Superman: Doomsday que, aunque como película animada fue impecable, como adaptación del cómic se dejó mucho –y mucho de lo mejor, además– en el tintero.
El año pasado salió la primera de las dos partes que iban a componer la nueva versión de este clásico del cómic.
La muerte de Superman fue un peliculón, mucho mejor adaptación de la historia de los noventa, aunque con suficientes licencias para considerarla una reinterpretación más que una adaptación. Pero de su mano iba una segunda parte, destinada a estrenarse este año 2019, y que con el sugerente título de
El Reinado de los Superhombres iba a adaptar la segunda gran saga de aquella historia. La historia que involucraba a los Supermanes impostores y el regreso del verdadero y único Superman.
Habiéndola visto ya, debo decir que me ha parecido al menos tan buena como me pareció la primera parte, y que, si bien queda muy patente que se trata de una reinvención de la historia de los cómics, tiene los suficientes elementos reconocibles como para que todo en ella evoque a aquella saga. Lo cual, además de en una película muy buena, la convierte en un producto cargado de fan service.
Al contrario de lo que ocurría en la adaptación
Superman: Doomsday, aquí sí que tenemos a los cuatro impostores que dieron nombre a aquella saga.
Steel, el científico que se fabrica una armadura y un mazo de avanzada tecnología y que usará el emblema de Superman para honrar su memoria.
Superboy, el clon creado en CADMUS en base a ADN del propio Superman, y de Lex Luthor.
El Erradicador, una consciencia corpórea kryptoniana que será clave en la resurrección del hombre de acero. Y
Cyborg Superman, el ser que casi engañará a todos con la historia de ser el auténtico Kal-El reconstruido, y que se revelará en última instancia como el villano.
Steel, John Henry Irons
Pero más allá de estos personajes, bastante fieles a sus contrapartidas comiqueras, la historia sigue por su propio camino al igual que ya hizo la primera parte. Hay muchos e importantes cambios. Por ejemplo, Mongul, que en el cómic era el villano en las sombras aliado con el Cyborg Superman (Hank Henshaw, astronauta enloquecido y en búsqueda de venganza por la muerte de su esposa, de la que culpa a Superman), es sustituido aquí por un mucho más conocido Darkseid. Un cambio comprensible y adecuado, aunque en esencia jueguen el mismo rol.
Superboy
El hecho de meter a Darkseid y Apokolips en la ecuación, hará que cambien otras cosas. La tecnología de las Madres Caja jugará un papel determinante en el argumento, sirviendo para dejar fuera a la Liga de la Justicia cuando el metraje necesita que no estén (y traerlos cuando estos hacen falta) y sirviendo para crear también al ejército de “minions” al que se enfrentarán los héroes. El origen de Doomsday será aquí explicado como una simple máquina biológica asesina al servicio de Apokolips, lo cual es cierto que le resta todo el misterio al personaje y lo despoja de la importancia que tuvo y tiene en los cómics, reduciéndolo a un simple matón. También se dulcifica el final para que no sea tan dramático como en la historia del cómic, en la que toda una ciudad, Coast City, hogar del Green Lantern Hal Jordan, sería destruida con millones de vidas perdidas. Algo que resonaría con fuerza durante años en las historias de DC, y que tendría un impacto muy directo en las historias futuras del portador del anillo esmeralda.
El Erradicador
La parte que menos me gusta del conjunto, es la que protagonizan Bibbo y el resto de parroquianos del Ace o’Clubs. Una subtrama en la que los humanos encuentran fuerza, valor y motivación interior para plantar cara a la amenaza, muy típica y que aporta poco valor a la historia.
Pero igual que ocurría en el cómic, cuando aparece Superman, todo mejora. El verdadero Kal-El, con el traje negro, el pelo largo y barba perfectamente recortada, tiene un regreso muy similar al de la historia original, y todo el último acto recuerda mucho al asalto a Motor City. Épica la lucha entre Superman y su impostor Cyborg, con el gran momento del film: el baño solar de Superman que le devuelve la plenitud de sus poderes y le permite derrotar al villano, al que previamente le arranca un brazo con una ráfaga de visión calorífica.
Superman Cyborg, Hank Henshaw
Y qué decir del final, un auténtico homenaje al Superman de Christopher Reeve, y un claro punto y aparte en las películas de animación del universo DC, con nuevo uniforme
Rebirth para Superman y dejando atrás los
New 52 que habían imperado hasta ahora.
Excelentes también las voces de los actores que prestan su talento a estos personajes animados. Especialmente me ha sorprendido el registro de Cameron Monaghan como Superboy, acostumbrados, quizá, a verlo y escucharlo como el Jerome/Jeremiah/Joker de la serie de TV
Gotham.
Con todo esto, para mí este film, junto con su primera parte, han sido un auténtico disfrute como fan de Superman y un gran producto de animación de DC. Una forma diferente de ver aquella mítica historia que a muchos nos enamoró en los años noventa, y aunque sigo esperando que algún día se animen con una adaptación mucho más exacta de
La muerte de Superman, esta reinvención me ha dejado más que satisfecho.
Mi nota: 8,5
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